Con un teatro lleno, postal de otras épocas en una Buenos Aires en la que cada vez son menos los libros que despiertan pasiones, la platea no le hacía extrañar la mística futbolera que ha sentido y transmitido los últimos 25 años con relatos y goles gritados.
En el hall, Víctor Hugo Morales saludaba con un abrazo a Carlos Bilardo, mientras una vez adentro la sala del porteño ND Ateneo, se proyectaba el documental Cuerdas y vocales sobre la vida del periodista. Desde la pantalla, el ”barrilete cósmico” que Morales inmortalizó con su relato del segundo gol a los ingleses, Diego Armando Maradona, aseguraba: “Yo soy hincha de Víctor Hugo porque es incomprable”.
Y esa frase condensa no solo el libro, sino la extensa trayectoria del relator ”rioplatense” (como a él le gusta decir, ”esa adjetivo que inventaron los argentinos para adueñarse de los uruguayos que quieren”), una historia de coherencia y convicción narrada en la obra escrita por Julián Capasso, un joven periodista de 25 años que desde 2009 hasta el año pasado se dedicó a entrevistar a unas cien personas que pasaron por la vida del gran relator uruguayo. Con ese material armó un libro de 260 páginas, a cargo de Ediciones Al Arco.
Cada uno de los entrevistados se detuvo en anécdotas sobre el periodista. Todos los comentarios, cada uno con distintas palabras, confluyen a lo largo de una obra ágil de leer en la ética inquebrantable de Víctor Hugo a lo largo de su carrera, su generosidad, sus gestos desconocidos en general para la opinión pública, y el modo en que se fue constituyendo un líder de opinión más allá de las fronteras del fútbol.
A lo largo de 14 capítulos Capasso relata cómo a partir de 1974, Víctor Hugo comenzó una promisoria carrera como relator y comentarista en Uruguay hasta que la dictadura de su país natal no vio con buenos ojos sus cuestionamientos al orden imperante. Así cayó preso y en 1981 llegó a Argentina, convocado para sumarse a un equipo radial formado, entre otros, por Fernando Niembro, Néstor Ibarra, Marcelo Araújo y Paenza como parte del programa Sport 80. Desde entonces comienza a crecer la carrera de Víctor Hugo, no solo como comentarista sino como periodista capaz de abordar los más diversos temas: el fútbol, sí, pero también la política, desde un lugar independiente, lo suficientemente cerca como para conocerla y lo suficientemente lejos como para opinar libremente.
En el prólogo, el periodista y matemático Adrián Paenza señala: “Víctor Hugo nunca se arrepintió de no haber arreglado, y como tantas otras veces, el dinero que rechazó delante de mí, hubiera resuelto el problema económico de su vida para siempre. Pero dijo que no”.
En la presentación, Paenza destacó: “Peleó contra Clarín y contra Grondona. Y contra Torneos y Competencias. Es decir: peleó con balas de cebita frente al equivalente de la Armada inglesa. Les peleó todos los días, desde todos los frentes. Lo quisieron comprar de todas las formas posibles”.
“¿Qué hago con el amor? ¿Cómo empaqueto esto?”, se preguntó el Víctor Hugo cuando fue su turno de hablar, luego de una ovación de la platea. Pidió disculpas por la emoción (“la lágrima en las cuerdas vocales es inevitable”). Y luego confesó: “algo negativo (de los tiempos periodísticos actuales) es que me han obligado a volverme autorreferencial”. Y él, que ha defendido la idea de un periodismo que hable de otros, se encuentra “en la obligación de dar explicaciones” en primera persona cada mañana en su programa frente a las afrentas de los medios hegemónicos. Por ejemplo, responder al sonsonete de “cómo cambió Víctor Hugo”, que comenzó a sonar con mayor insistencia –según cuenta el libro– cuando en febrero de 2010 pidió disculpas públicas por haber criticado con violencia a Néstor Kirchner por la compra de 2 millones de dólares luego de que el ex presidente en persona lo llamara para explicarle por qué había tenido que retirar esa plata del Banco Central y en qué la había invertido.
“Y si hubiera cambiado de opinión, aceptémoslo por un momento, ¿por qué no puedo ser parte de los millones de personas que cambiaron de opinión en los últimos años?”, dijo en tono suave pero desafiante ante un auditorio repleto.
“Estamos pariendo una nueva sociedad, mucho menos indiferente y más solidaria, mucho más capacitada para la discusión, una sociedad que ya no tiene marcha atrás en el aprendizaje que ha hecho”, dijo sobre el final. Y agregó: “Están aquí por el libro pero también para hacerme el aguante y yo lo sé muy bien. Les quiero decir que sigamos dando pelea. Estamos en un lado lindo de la vida”. Finalmente, le pidió a la gente que buscara a la salida de la presentación, un resumen de los archivos secretos de la dictadura uruguaya que él mismo obtuvo, compiló y puso a disposición del público a través de un dossier. En ese material se comprueba la persecución que sufrió en esos años. Es su modo, explicó, de echar por tierra las versiones maliciosas que lo ponen en una vereda donde nunca estuvo. Donde se comprueba la persecución que sufrió en esos años.
El relator uruguayo remarcó en el cierre del encuentro que “estamos pariendo una nueva sociedad” y que las “corporaciones, poderosas económicamente y por conexiones, se siguen resistiendo a los cambios, frente a un Estado que nos ampara”.
“Siempre les convenía que hubieran izquierdas que hicieran planteos, para poder decir que había diversidad de opiniones,
porque sabían que esas izquierdas nunca podían ganar”, agregó, y resaltó: “Pero cuando esas izquierdas, cuando esos progresismos ganaron; cambiaron y llegaron hasta cuestionar a las democracias”.