Vivir con lo justo

 

Viatri fue la figura y la explicación de la victoria. Hay otros méritos para explicar el triunfo de Boca, pero un trámite tan parejo que pudo terminar en empate hasta el último instante del partido sólo se decanta por la pericia de algún jugador. Los cabezazos del centrodelantero xeneize, estéticamente  jugadas de altísima calidad, son además determinantes a la hora de justificar el triunfo azul y oro.

Ciertamente la espectacularidad de los tiros de cabeza de Viatri hubiera sido recordada entre las grandes conquistas de esa especialidad. Pero el hecho de haber servido tanto a la celebración de Boca, los convierte en hechos más especiales aún. Cuando Boca no había permitido nombrar al arquero de Rafaela, y ya se había jugado más de la mitad del primer tiempo, fue Viatri quien le permitió a su equipo justificar el 1-0. No había nada, ningún otro elemento del juego que ambientase la sospecha del 1-0. Más bien era Rafaela el que tenía la pelota, el que se esperanzaba con repetidos córners cedidos por Schiavi y compañía.
A los 24 minutos, un salto demoledor y un artístico cabezazo marcaron una diferencia que ningún otro elemento del partido justificaba. Y luego, ya en el segundo tiempo y cuando Rafaela había logrado el empate, fue otro testazo, inspirado, en curva sobre la figura del arquero, lo que inclinó nuevamente la balanza para el lado de los porteños. Habrá que preguntarles a los zagueros de Rafaela cómo es posible que uno de los goleadores rivales aparezca tan solo y por atrás de ellos, tan poco después de consumar el empate.
La distracción, dice Perfumo, juega en el fútbol más que otros aspectos. Pero a veces el pecado es más grave si se trata de dejar solo a un tipo como Viatri. Entonces, parece un suicidio más que un error.
En la primera frase se establece que hay otras razones que Boca puede esgrimir a la hora de contar su victoria. Bien Schiavi, muy bien Somoza en la parte defensiva, salidas rápidas para el contragolpe, una cierta búsqueda de prolijidad en la tenencia y buena predisposición para generar superioridad numérica a la hora de marcar. Nada –pero nada- del otro mundo. Lejos de los brillos, del aplauso teatral de los hinchas. Mucho más cerca del grito de “vamos no aflojen”, del canto para sostener el esfuerzo.
Y con la incertidumbre como amiga que va del brazo. Cuarta vez que los de Falcioni se van con los tres puntos: los hace dignos de sospecha, de estar -en el medio de la paridad y de la modestia- seriamente en la pelea final.
Por cierto: no siempre estará tan iluminado Viatri. Si vivir con lo justo se vuelve manía, cuando entren cabezazos como el que al final salvó Ustari ante Ferro, la primavera, ese aire tan respirable de ayer en Liniers, no será tan grata.
 
Víctor Hugo