Alguna vez dijimos que, a partir de los sucesos que ocurrieron en Catamarca por la muerte de María Soledad Morales, el periodismo argentino cambió. Para bien o para mal, según el prisma por donde se lo mire.
Muchas situaciones que ocurren todavía hoy, aunque lejos del terruño, tienen relación directa con los históricos y turbulentos hechos de hace casi 23 años.
Una de ellas está vinculada con la muerte de la adolescente Ángeles Rawson, a quien le quitaron la vida en un edificio porteño y colocaron su cuerpo inerte en un camión para que sea destrozado por las compactadoras hidráulicas que trituran la basura. Este horrendo acontecimiento, desde el 10 de junio pasado, es material infaltable -en forma diaria- de los canales de noticias del país. Allí está la primera coincidencia con Catamarca 1990-1991.
Pero más allá de que a la muchachita la “están matando” todos los días con historias de truculencia extrema, como también ocurriera con el Caso Morales, está en juego el papel de la prensa y, más que ella, el del Grupo Clarín, el más poderoso de habla hispana hoy enfrentado “a sangre y fuego” con el gobierno nacional.
Grave acusación
El “Caso Ángeles”, por lo que se sabe, tuvo un condimento político que no llegó a ser aprovechado por quienes, nada menos que de una muerte, pretendían sacar réditos. Se pensó en exacerbar el fenómeno de inseguridad que recorre el país y que ya no reconoce clases sociales.
El hecho fue denunciado por Víctor Hugo Morales, el notable periodista uruguayo que hace más de 30 años vive y trabaja en la Argentina, sea en radio Continental o con su programa “Bajada de Línea”, por Canal 9.
Con varios elementos de prueba, que surgían de los mismos acontecimientos que rodean a la muerte de Ángeles, Víctor Hugo denunció editorialmente que, a los efectos de complicar a un funcionario nacional -Sergio Berni-, se intentó plantar un testigo y que la operación estuvo a cargo del Grupo Clarín, a través del periodista Ricardo Canaletti, un abogado que comenta casos policiales y judiciales en el canal de cable TN.
La posible jugada se hacía, según se acusa, mediante una grabación que Canaletti habría realizado a una testigo trucha mujer y que, sin más, no la sacó al aire y, según él, no la publicó en la edición papel de Clarín. En su lugar, conforme su defensa, la entregó al abogado querellante y éste se la remitió al juez quien, en plena madrugada, despertó una noche a todos los habitantes del edificio donde murió Ángeles y los llevó a declarar al juzgado.
Segunda coincidencia del modus operandi: ¿se acuerdan que el Caso Morales comenzó con una grabación que nadie pudo adjudicarse, pero se trasmitió por radio Mitre, integrante del mismo grupo mediático denunciado por Víctor Hugo, en la que se inculpaba del crimen de María Soledad a los mellizos Jalil y a un hijo del exjefe de Policía, Miguel Ángel Ferreyra?
Cuando la mujer del video de Canaletti, que se comprobó sí fue utilizado para las crónicas de Clarín, estuvo ante el juez, entró en flagrantes contradicciones que la llevaron a un inevitable cargo de falso testimonio.
Tercera coincidencia. De estos últimos, en el Caso Morales, hubo de a decenas, y el más célebre fue el de Nino Muro, aquel mozo que primero declaró oficialmente que no atendió a Guillermo Luque en un boliche chacarero y cuando el juicio se complicaba para los mentores del odio, presionado de la peor manera, cambió la declaración. Aunque después le pidiera perdón a Luque, sus vaivenes sirvieron para cerrar la condena. Todas estas incidencias fueron lanzadas por Clarín y muchos dicen fueron “su aporte” al caso que hizo nacer a TN (hijo legítimo del Caso Morales, en tiempo y forma) y que le sirvió como una novela que, durante más de ocho años, siguieron por sus pantallas millones de televidentes. Aquella novela tenía que tener un feliz final en el que, precisamente, Canaletti tuvo participación, aunque sea por la omisión.
La respuesta de Canaletti
Bajo el título “¿Qué sabe usted, señor Morales?”, el periodista Canaletti le respondió a Víctor Hugo con amplia difusión en los medios del grupo para el que trabaja. Le espetó, entre otras lindezas, las siguientes:
“Usted habló de mi trabajo con insidia, desinformación e insolencia. No crea que sus palabras son menos injuriosas por provenir de quien jamás ha ejercido el periodismo. Siempre lo he considerado un relator de fútbol”.
“Usted ha dicho que El Trece, Todo Noticias y Clarín ‘plantaron’ una testigo falsa en el caso de Ángeles Rawson para perjudicar al Gobierno, y que hemos difundido machaconamente las palabras de esa testigo. Usted miente. Nunca El Trece, ni TN, ni Clarín difundieron la versión de la testigo”.
“Usted me llamó delincuente mediático por hacer lo correcto”.
“Morales, qué sabe de mí o de la gente que trabaja conmigo. Son personas, Morales, que no merecen sus insolencias de relator de fútbol devenido en sabelotodo. Aprenda, infórmese, incursione en el periodismo, nunca es tarde. Bueno, acaso le lleve jornada completa defender su bolsillo y su vapuleado prestigio. Pero no me haga cargo de sus frustraciones, de su amargura existencial”.
“Entiendo, al ser yo periodista, lo que es no saber. Las veces que me habré comido los nudillos por no saber, por tener que quedarme callado. Hubo y hay otros que no saben y hablan igual para que sus jefes les acaricien las nalgas. Siempre habrá de éstos. ¿No es cierto, Morales?”.
Recuerdos de provincia
Desde este medio, un pañuelito en el mundo del periodismo, y desde esta alejada provincia en relación a los puertos, vamos a opinar sobre esta particular controversia que plantearon dos comunicadores de fama indiscutible. Lo hacemos porque en estas tierras quedaron las huellas de cómo actúa Clarín cuando se propone conseguir un objetivo de política editorial, como los muchos que lleva adelante en su mesiánica postura de dirimirlo todo en la Argentina.
Antes que nada hay que decir que considerar a Víctor Hugo Morales un mero relator de fútbol y no un periodista (¿no se puede, acaso, ser las dos cosas al mismo tiempo?), cuando hace más de veinte años tiene programas políticos y de información general, realiza reportajes y hace editoriales de todos los temas, es casi una irreverencia. Sería lo mismo negar que el ofendido Ricardo Canaletti no hace periodismo.
“Al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios”, Canaletti.
Complementariamente vamos a decir que puede ser aceptable la posición del periodista de TN. Pero son sus antecedentes los que precisamente lo condenan y, por efecto contrario, pueden dotar de credibilidad a la editorial de Víctor Hugo. ¿O alguien medianamente informado piensa que Clarín y varios de sus periodistas, entre ellos Canaletti, no pueden realizar maniobras con la información?
Canaletti sabe de qué estamos escribiendo porque llevó adelante el Caso Morales, estuvo en Catamarca y, en calidad de periodista y abogado, dirigió al equipo del grupo que vino a cubrir los juicios y sobre ellos, al menos quien esto escribe, tiene algo que decir. Veamos.
Tras convertir, para la consideración nacional, a Catamarca en una isla feudal donde abundaban drogas, pistas clandestinas y todo lo manejaban los “hijos del poder” de aquella época, Clarín centró su atención en el exjefe de Policía, Miguel Ángel Ferreyra, del cual dijeron barbaridades. Era el encubridor, el que había transportado el cuerpo, el que lo había colocado en un freezer, etc., etc. Fue tapa del rotativo metropolitano por largos años. Leyó bien, años.
A un mes de iniciarse el juicio contra Guillermo Luque y Luis Tula, en 1994, la Justicia de Catamarca (no la de Tailandia) sobreseyó a Ferreyra total y definitivamente, lo que se informó en las tapas de los diarios locales. No era para menos. El principal implicado quedaba libre “de culpa y cargo” y, tal cual ocurrió, no podía ni siquiera ser citado en los dos juicios que se realizaron por la muerte de María Soledad.
¿Era esta una gran noticia o no para el diario Clarín, principal fogoneador del caso? Si tanto habló de Ferreyra, ¿a la hora de su sobreseimiento, se iba a quedar afuera? Aunque parezca mentira, se quedó afuera y nunca dio la información. Ricardo Canaletti tiene mucho que ver con la grosera omisión.
Cuando desde Catamarca se le informó, a través de fuentes seguras, que Ferreyra había sido favorecido por la Justicia del Frente Cívico, no lo creyó. Y cuando vino a Catamarca para el primer juicio, fue entrevistado por el autor de esta nota e informado de la situación. No sólo eso. Le entregó en manos propias la resolución judicial que, lo reiteramos, nunca publicó Clarín ni difundió ninguno de sus medios.
Aquel desgraciado hecho, sin Ferreyra en el centro de la escena, se caía a pedazos. Por eso, posiblemente, no convenía andar aclarando “nimiedades”.
Canaletti le reclamó hoy a Víctor Hugo Morales ética periodística. Nosotros le reclamamos a él no haber cumplido cabalmente con la sagrada misión de informar.