Una decisión que enaltece al amigo y humaniza el boxeo

 Después de Javier Maciel y su formidable victoria, que le abre la puerta nuevamente a los mejores sueños, y del himno cantado por la cordobesa Solange Merdinian, después de la burbuja azul en la que convirtieron al estadio los juegos de luces, después de la entrada por los  pasillos del circunspecto Cotto y el exultante Martínez, toda la Maravilla se apagó. Llegó ese  primer round insultante para la jerarquía de Sergio Martinez y surgió como un bronce recién lustrado la de Miguel Cotto, para que los seguidores del argentino supieran que la pelea sería una pesadilla.

En un minuto se escribió la historia del resto de la pelea. Sergio no podría romper el asedio salvo cuando Cotto se lo permitiera. Ahora se entiende mejor que fue así, que el campeón quilmeño sólo consiguió algún respiro pero nunca pudo controlar nada de lo que sucedía en el ring. La rodilla izquierda flameaba en  cada embestida del rival, el apoyo parecía siempre insuficiente. Maravilla, guapo pero maltrecho, iba quedando a merced de su adversario.
Hasta que antes de salir al décimo, Sarmiento, el entrenador del argentino, tomó una decisión que enaltece su condición de amigo y humaniza el boxeo. La apuesta a una mano salvadora habría de costar  15 o 20 golpes muy dolorosos para el  futuro personal de Sergio Martínez. Lo mejor de la noche no sería ya el brazo en alto de Maciel, ni la exquisita cantante del himno, ni el fulgor eterno del mitológico Madison, ni siquiera Cotto y su formidable talla de campeón. Lo que perdurará en este cronista es el gesto de Sarmiento imponiéndose al orgullo del gran boxeador por el que tanto ha hecho. Él, Sarmiento, modeló una estatua para el boxeo argentino y no permitió que se la destruyeran.
Quizás haya sido la última noche de Martínez. Dijo en la Televisión Pública que se tomará un descanso para pensar qué es lo que hará con su vida. Que la viva. Que la disfrute. Ahora que lo tiene todo, que no pierda lo que le permitirá disfrutarlo.

una decision que enaltece al amigo y humaniza el boxeo