Un salto a lo positivo

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 Lo que está mal, aquello que estéticamente sentimos que no nos representa, sobre todo porque nos ubicamos a una altura que puede ser por lo menos cuestionable, tiene una crítica para nada complaciente en el mundo del fútbol. Se juega un campeonato que viene mejor en la calidad de los partidos, pero sólo se aprecia partido a partido. Globalmente, el concepto no levanta vuelo. Es perezoso el reconocimiento. Pero rápido y furioso cuando se trata de subrayar la pobre calidad del fútbol que estamos viendo, bastando para ello un par de fechas sin atractivos, con mucho cero.

Este campeonato Inicial viene bastante bien. Supera a los anteriores con una diferencia que bien podríamos animarnos a elogiar. Pero no. Nos mantenemos al acecho, esperando el partido malo, que nos dé la razón. A veces, el cronista sospecha que nos pensamos mejores periodistas cuando resaltamos lo malo. Hay una presunta valentía en hacerlo. Parece que nos lanzamos contra alguna forma de poder, si gritamos que así no, que así matamos al fútbol. Entonces, a la verdad de que las dificultades para hacer un fútbol geométricamente más bello y preciso, por razones tan sencillas como los espacios, que son los mismos, y los tiempos que han cambiado, le aderezamos una mentira. Le agregamos con esa pasión que algunos tienen en la mesa junto al salero, y sin probar lo que van a comer, lanzan como una nevada sobre el plato, el prejuicio de que no puede ser este fútbol, como ninguna manifestación de la vida, mejor que antes.
No son tan excepcionales este año, espectáculos como los que protagonizaron Lanús y San Lorenzo hace unas horas. Por otro lado, River (que lleva un cero en el arco pero que merece un buen puntaje hasta el área), Boca (con intensos altibajos), San Lorenzo (el más regular, aunque con algunos sobresaltos también), son tres de los grandes que dieron un salto hacia lo positivo. El cronista relata más a los equipos grandes. Como relator necesita que le den buen material para hacer su trabajo. Una narración se desmerece poco a poco, si el partido no da respuestas entretenidas. La emoción no ingresa al espectáculo radial. Los condimentos, aquello que agregamos a lo principal, son los que dan color y sabor a lo que se hace por radio. Y justamente no hay quejas hace tiempo en ese sentido. Debe decirse, además, que por razones de centralismo capitalino poco se ha podido disfrutar de este Newell’s, ahora con Alfredo Berti en la dirección técnica, que juega fantásticamente, quizás mejor que ningún equipo en el continente.
En los últimos partidos, los Millonarios dieron, sobre todo en Rafaela excelentes espectáculos, pero el énfasis cargó sobre el cero. Sin embargo, lo que aflige muchas veces a relator y al espectador es otro asunto. La falta de llegadas peligrosas a las áreas, el pelotazo desesperanzado para ir hacia el otro lado, y esos otros componentes que no es necesario mencionar. Eso sí que es fatigoso, aun para gente que cobra para ir a la cancha, como los periodistas. La sobredosis de fútbol, que en términos políticos refiere a la democratización televisiva, como espectadores nos vuelve cada vez más exigentes. Se ve mucho fútbol en el cual el espectador no tiene afinidad por uno de los contendientes. La ausencia de ese chimichurri que es la pasión, o sea el tener un interés directo sobre lo que sucede en la pantalla, nos torna imparciales y observadores de lo que para nada solemos tener en cuenta a la hora de juzgar la victoria de nuestro equipo.
Entre el anhelo expectante, mientras avanza el cuadro de nuestros amores, y el padecimiento que significa que los otros se nos acerquen al arco, estamos en un vaivén que, al cabo, si la victoria ha sido ofrecida, el placer acude. Sin pagar peaje en los gustos más exquisitos que nos permitimos para evaluar al resto.
El partido entre Lanús y San Lorenzo fue una cumbre. Pero no es una visión parcial como si al mirar a una montaña, solamente vemos la cumbre porque el resto está tapado por las nubes más bajas. De todas formas, como la “inseguridad”, el fútbol está condicionado por el dato negativo nuevo. Se puede estar mejor durante un tiempo, pero basta un mal partido, una fecha floja, para que lancemos el ‘que querés, si no juegan a nada…’
Víctor Hugo