Boca debería prohibirles a sus jugadores que con esa camiseta hagan tiempo. Mucho más cuando juega en su cancha y ante el último, un rival evidentemente muy débil y de lo más flojo que hay. Cuando los locales iban ganando por 1-0 y Zárate se gana la tarjeta amarilla por hacer tiempo, el Cata Díaz también, y Orion colabora para que los minutos transcurran sin jugar, en vez de ir a buscar el segundo gol que por lo menos Boca debería exigirse para liquidar el pleito, estaba demostrando una mentalidad que también es chica. La que podría asumirse de Argentinos o de cualquiera de los otros equipos que no tengan la camiseta de Boca.
Es sabido. Es repetido. Cuando se pone 1-0 a Boca le agarran las inseguridades. Es la explicación fundamental del resultado de ayer. Argentinos no hizo gran cosa y Boca jugó bien. Quitándole la pelota con una gran rapidez, como si fuera un cuadro impaciente. Con una muy buena gestión de Federico Bravo, de Cristian Erbes y en colaboración importante de Sánchez Miño y el Cata Díaz, que tuvo en la última línea uno de sus mejores partidos desde que ha retornado a Boca. Con todo eso, lo que debía hacer era aceptar los condicionamientos de Riquelme, que sin jugar bien pero sí inspirado en la idea de atacar, siempre quería buscar el segundo gol. Pero no todos estaban en la misma sintonía: se conformaban con el 1-0. Como si no hubieran aprendido de otras experiencias, regaló minutos que después lamentó. Aunque no se alejó demasiado de la punta, suspendió lo que podría haber sido una de esas rachas que se tornan peligrosas para los rivales. También hay que decir que pese a la superioridad del equipo de Carlos Bianchi, el primer gol del partido vino como consecuencia de un error muy grave del arquero Nereo Fernández.