En un domingo pródigo en definiciones emocionantes arriba y abajo, River regaló una actuación estupenda, digna del título alcanzado.
La excepcional exhibición de River le puso un corolario magnífico al mejor torneo de los últimos años en el fútbol argentino. El epílogo fue tan brillante como la historia que los millonarios escribieron, o quizás aún más rico. Cuando este relator salió del Monumental para escribir la nota que ahora está en manos de los lectores de El Gráfico, no habían transcurrido más de cinco minutos del final. Los pasillos estaban vacíos. En el ascensor fue un solitario pasajero junto a un integrante del equipo. En la puerta sólo había policías y un compañero que esperaba afuera con el auto en marcha anunció los inconvenientes inesperados. No había por dónde salir. En el puente, miles de personas eran separadas del estadio por una impresionante cantidad de policías. Entonces se pensó ir por el otro lado y el panorama empeoraba. Miles de personas se estaban sumando al festejo y llegaban corriendo por la Avenida del Libertador, ansiosas por llegar a la meta imposible de ver algo de lo que adentro era un festejo ordenado, muy bien orquestado por las autoridades de River. Los jugadores saltaban en el terreno, abrazados, sin que nadie pudiera molestarlos. Parecían ser más pibes, casi niños en la alegría de esa ronda que parecía no querían que se terminase nunca. Prolongaban la noche soñada, perfecta en la que, al cabo de una tarea lujosa y efectiva, consolidaban los méritos, hacían incuestionable su victoria y jerarquizaban al propio fútbol argentino.
El vapuleado campeonato local tuvo en el triunfo de River un argumento de peso para golpearse el pecho, desafiante, preguntando a viva voz si es tan malo como lo pintan ese fútbol de entrecasa que ha sido capaz de regalarnos un domingo de los que no hay otro en el mundo. Porque no fue sólo River lo que en la exposición ayer resultó gratificante a los ojos de todos los amantes del fútbol. También lo que antecedió a la definición del torneo en la lucha por no descender, que resultó espectacular, cambiante y dramático hasta el último instante, aportó a la construcción de una jornada inolvidable. Cuando llegó el partido de River ya había un saldo a favor.
Pero el equipo de Ramón se despachó con una tarea maravillosa, en la cual tomó todos losborradores que había escrito hasta esta despedida, y ofreció un discurso final bello y contundente. Esa actuación individualmente sin fisuras, con lucimiento continuado de Ledesma y Rojas, tuvo en lo colectivo una perfección infrecuente que proyecta a River como un equipo que, si se mantiene con este plantel, puede llegar a conquistas internacionales en el 2015. Las luces internas, los celulares encendidos, los fuegos de artificio y hasta la locura de la gente por llegar desde cualquier parte de la ciudad, fueron construyendo una de las más felices noches de la vida de los millonarios.
Aunque pudo ser campeón aun perdiendo, River ganó 5-0. Buscó el partido desde el primer momento, metió dos goles decisivos y tranquilizadores en la primera media hora y fue creando un espectáculo con atisbos deslumbrantes. Buenos Aires se sacudió. El pueblo riverplatense lo llenó de bocinazos y el banderazo recorrió las calles. Si se revisan los comentarios de El Gráfico en este período, el lector apreciará que no hay motivos de sorpresa en el firmante de estas notas. Un equipo que juega once partidos en muy buen nivel, que se orienta hacia la búsqueda de la precisión y un buen esfuerzo colectivo para hacerse de la pelota, configura aquello que convoca al aplauso.
Cuando se apague la euforia, cuando la vorágine de la vida sustituya los espasmos de felicidad de estas horas, quedará en el recuerdo, tanto como en la estadística, un campeón respetable que no solamente se alzó con un título merecido, sino que jerarquizó la calidad del torneo y de todo el fútbol del país.
Los números de un justo campeón
9
partidos
ganó de los diez que disputó en el Monumental.
8
goles
marcó Cavenaghi, el goleador del campeón.
19
partidos
jugó Cavenaghi, el de mayor presencias.
3
clásicos
ganó River: 1-0 San Lorenzo, 2-1 Boca y 3-2 Racing.
28
goles
anotó River y es el segundo equipo más goleador.
Víctor Hugo