Un campeón común

Tiempo Argentino Lunes 21/11/2011

Boca tenía todo servido para ser un gran campeón. Debía ganar este partido que lo tenía en ventaja siempre, en el que había hecho los mayores méritos. Y, seguramente, pasado este examen, le iban a llover los elogios que les corresponden a los equipos que se destacan plenamente y no sólo por la gran diferencia de puntos que tiene Boca, sino también por la calidad de su juego. El equipo de Falcioni ha tenido buenos partidos, otros regulares, pero precisaba que este fuera de un tono muy elevado, como para que la crítica y los hinchas de los otros equipos reconocieran que el Xeneize es un gran campeón, algo que ahora les cuesta decir con énfasis hasta a los propios hinchas.  Lo puede ser todavía, ciertamente, porque la irregularidad ha devastado a los otros equipos. Pero los méritos de Boca quedaron a mitad de camino.

Hay que decir que el local fue mejor que Racing en los primeros 20 minutos del partido. Hasta que, entre el calor, la humedad y el sopor de la gris tarde de la Bombonera, el partido se cayó en un pozo. Entonces, fue parejo y muy malo. Cuando se trató de un partido rescatable, Boca hizo mejor las cosas y merecía un triunfo que Saja, en más de una ocasión, evitó con estupendas atajadas: un cabezazo de Schiavi en el primer tiempo y otro de Blandi en el segundo fueron los momentos estelares de un arquero que jugó con una confianza ilimitada. Tanto que, sobre el final del partido, cuando Racing estaba con nueve jugadores, era capaz de querer sacar con la inmediatez que pretende tener un arquero cuando su equipo está en derrota. Y Racing jugaba con dos menos…

Esa falta de exigencia que Boca se permitió terminó por agrandar a Racing, y le dio a un equipo, que también tenía mucha limitación para pasar la mitad de cancha, la esperanza de conectar en alguna jugada una pelota de gol a Giovanni Moreno, a Teófilo Gutiérrez, a Hauche. Poco prosperaron y Orion vivió una tarde muy tranquila.

Fue en el segundo tiempo cuando Boca bajó la calificación que le corresponde a este partido y, salvo que lo desmienta con grandes actuaciones de aquí hasta el final, también a su jerarquía de campeón. Pelletieri dejó la cancha, por una doble amarilla, a los cinco minutos. Un poco después, Teófilo, en un ataque de locura en el que empujó al árbitro para protestar por un penal que no había existido, determinó que Boca tuviera dos hombres más en la cancha. El final sorprendió a todo el mundo con la sensación de que Racing podía terminar con seis y que Boca no sería capaz de ganarlo. Así y todo cabe resaltar una jugada del final del partido: Mouche hizo la más egoísta de las acciones individuales que este cronista tenga vista en el último tiempo. Bastaba tocar la pelota a Colazo para que la metiera con la mirada. Era la última jugada del partido y era gol por donde se la mirara. Mouche prefirió entregarle una masita al arquero, pensando en su gol, que dársela a su compañero. Boca tenía la victoria pero Mouche quería su victoria personal. Esto que ocurre muchas veces en el fútbol, y que no es lapidario para los goleadores porque siempre son egoístas, es también parte de la explicación del partido.

De todos modos, ¿por qué se dice que Boca no se mostró como un gran campeón? Bastaba verlo a Orion, con el partido 0-0 y un hombre más, ir a buscar la pelota en un saque de arco con displiscencia y tomándose todo el tiempo del mundo para después lanzar la pelota hasta la mitad de la cancha. Era el síntoma de que Boca había salido a jugar el campeonato y no el partido. Pero, para triunfar en el campeonato, Boca también tendría que pensar en los partidos. Por más que la diferencia en puntos le hizo pensar desde el primer minuto que, con la paridad y el avance de una fecha más, y más aun si se tenía en cuenta que Racing era el rival más importante en el que ha pensado Boca, se afirmaba en sus pretensiones de campeón.

Boca dejó en veremos la categoría de campeón que tendrá el torneo. Desaprovechó la gran ocasión de regalarse un triunfo que liquidaba el campeonato y, además, lo ponía muy por encima de esa calificación que sobrevuela el triunfo final que Boca obtendrá: un campeón como tantos.