Lo que en este partido reprochó la hinchada de Boca fue la actitud. Los muchachos xeneizes no parecían estar consustanciados con los problemas que tiene el equipo, futbolísticamente. Jugaron como aquellos que están dulces con los resultados, con el momento por el que atraviesan. No es el caso. Vienen en una racha inconvincente por lo cual, sobre todo el hincha imagina que la entrega podría ser muy superior de lo que se podía constatar. Además, Boca adoleció de poderío ofensivo, ya que nunca se constató más de algunos jugadores delante de la línea de la pelota cuando avanzaban. Sólo podía esperarse algo de Martínez y alguna jugada esplendorosa de Blandi. Lo que no aconteció.
Belgrano respondía con los mismos criterios. Siempre con muchos jugadores detrás de la pelota, como para que no puedan ser tomados de contra. Con terror de que el adversario se hiciera de la pelota cuando el que la tiene va hacia el campo enemigo. Y entonces se producen esas jugadas electrizantes que en este partido escasearon como pocas veces.
Es verdad que el partido empezó bueno y que la historia podría haber cambiado si el gol convertido por Boca hubiera sido convalidado. Vale la pena repasar la jugada. Un tiro libre espléndido de Riquelme que da en el caño derecho y entra Blandi para empujarla, lo hace con un tiro muy débil, que le da tiempo a Lollo a sacar la pelota, aparentemente de la línea, aunque después se pudo comprobar que ingresó. Boca se pudo poner en ventaja, apenas despuntaba el partido. Eso hubiese generado otro tipo de espectáculo, otra exigencia, por lo menos hasta que se convirtiese otro gol. Esa decisión equivocada perjudicó a Boca y como corolario tuvimos una tarde anodina en la que quedó flotando el reproche a la falta de actitud, vocación ofensiva, interés por el partido, concentración. Nada de esto apareció en la cancha. Todo se cerró en una conformidad que se constituyó en un castigo para los dos equipos.
Como siempre queda algún saldo positivo en alguna individualidad como Marín, un interesante lateral derecho neuquino de Boca. La presencia de Riquelme con dos o tres habilitaciones con su sello, interesantes, con su manejo habitual. Correcto, Federico Bravo, pero poco más que eso. Y en Belgrano, una actuación valiosa de Lollo, y lo que Zapata pudo aportar para que por momentos pareciese que los cordobeses merecían una diferencia. El partido se fue sin pena ni gloria, con mucho para criticar. Boca ha puesto todas sus fichas en la Copa Libertadores y, si no le va bien, su regreso al torneo será tortuoso por lo futbolístico y porque su hinchada ya no tendría aliciente para evitar la repulsa.
Víctor Hugo