Se fue agrisando como la tarde, ese partido que había empezado con ese colorido barrial en el que lo cercano luce mucho más potente. Lo rojo, lo azul, lo amarillo. Entonces, el gris importa menos.
Porque tanto Argentinos como Boca, paulatinamente, con el correr de los minutos y del juego, fueron eclipsando sus aspiraciones, se acercaron a la moderación que inspira lo que cambiar implica en cuanto a asumir demasiados riesgos. Y se quedaron en eso. En un gris final de manos vacías, de puntos magros, que un poco más le sirve a los Bichos de La Paternal que a los Xeneizes. Al fin de cuentas, Argentinos Juniors está ahí, en el fondo de la tabla de los promedios y arriba en la de las posiciones, por un exceso de las famosas rachas, pero lo que pretende es hacer una buena transición, sin esperar grandes dramas, de equipos competitivos que supo tener en muchas épocas a este sin figuras, puro potrero y sorpresas como siempre. Tiene promesas que se le reconoce a su gran escuela, pero con un presente en el que solamente por carecer de sueños importantes, la realidad aflige menos.
Boca se hace más reproches que la gente de La Paternal, estuvo más cerca de ganar el partido y sólo se explica el resultado por la definición pifiada en las ocasiones que tuvo. No hay reproches conceptuales, salvo lo señalado en el comienzo. Se opacaron los colores, desairaron el solcito del final, cuando pusieron pilotos automáticos y nadie intentó la aventura de arriesgar un poco en la búsqueda del triunfo. Gago, sí, puede ser. Gago siempre. Pero jugó abajo de la línea que trazó en sus anteriores presentaciones, pero arriba de todos sus compañeros y casi tan bueno como Iñíguez, el Pelado número cinco de los Bichos. Un dato que alcanza para marcar una pauta del partido: los volantes centrales de ambos equipos fueron las figuras, pero será bueno decir que a Fernando Gago le alcanzó con jugar seis/siete puntos para ser el mejor de Boca.
Al final, se quedaron en un clinch, como ocurre cuando los contendientes se abrazan y se pasean por el ring, nada más que empujando. En la cinchada, la desprolijidad del final, acentuada por lo que ya se sabe del tamaño de la cancha de Argentinos.
Boca seguirá prendido porque tiene mucho más techo que su rival de ayer. Y Argentinos convivirá con el asombro si se mantiene donde está. Vidas contradictorias, las de uno y del otro. Boca, aun sin convencer, no se alejará demasiado del club de los candidatos. Le sacaron un gol en la línea, demoró un remate de gol Sanchez Miño, en otra Emmanuel Gigliotti tocó mal estando solo aunque de perfil al arquero Migliore. Y todo eso solamente en el primer tiempo cuando, en caso de hacer el primer gol, multiplicaba los espacios, los cuales al final, fueron un enemigo más fuerte que su adversario. Las exitosas visitas de Ñewell’s al desangelado Racing y de San Lorenzo a Santa Fe, castigaron aun más el resultado del equipo de Bianchi. Y aun si no caben los reproches, el desencanto fue la expresión de sus jugadores.
Las caras desganadas de la salida, aludían a la plena conciencia de haber despilfarrado puntos que el trámite le ofrecía en bandeja.