Se nota demasiado

 Columna exclusiva para la web del miércoles 25/01/2012

Baltasar Garzón es el primer acusado en torno a los crímenes del franquismo.

Me entusiasman las grandes injusticias, tanto, que me gustaría estar en el lugar de Garzón, más que en el de sus jueces.

 Nos aleccionan los atropellos. La iniquidad cuando se la puede palpar es grandiosa porque levanta nuestras defensas. Cualquiera
puede apreciar la sinrazón cuando es tan evidente. Al sector menos entrenado para pensar la tropelía le cae encima. La ve.

 Otras inmoralidades son menos apreciables. Las componendas del poder no suelen estar tan al alcance de cualquier persona, aun, si de sensible y bien pensante se precia.

 La España que acusa a Garzón no se  nos aparece a cada rato con esta elocuencia. Los medios que defienden a francos y videlas lo
hacen con menos desparpajo que en estos días. Se deschavetan sólo en ocasiones.

 El sacerdote que pueden ver en la ultima edición de Bajada de Línea es un muñeco de valor inapreciable. «Hay gente que se enteró de que estaba en una dictadura dos o tres años después de morir Franco», dijo.¡Si aquello era una maravilla!

 «La iglesia defiende a los que sirven a Dios», respondió a la pregunta de si la iglesia católica de España estaba del lado de Franco.

Parados en la puerta del Valle de los Caídos, donde enterraron a 40 mil republicanos, alrededor del cura, jóvenes españoles gritaban: «Viva Franco».

Ellos son los que condenan a Garzón.

Víctor Hugo