Román, sobre Messi y la AFA

roman captura

Flotan, como los papelitos picados en una tarde serena flotan sobre el estadio, algunas imágenes y discusiones de lo que dejó el Mundial. SóloRiquelme con su salida de Boca pudo competir con los ecos de la competencia y es el único viento que va limpiando el cielo, poco a poco. Un cocinero trabaja destapando ollas y cerrándolas porque aún no está a punto la comida. Por ahí, a una le encuentra mal olor y se detiene un poco más. Se queda con la tapa en una mano, y la nariz busca en el aire una respuesta. Es lo que sucedió con las entradas de AFA. ¿Qué olor es ese que de pronto excita las narices como si un ácido fuera lo que las penetra? Sería tan injusto dar unos trapazos en el espacio del cocinero para disipar la sensación como tirar a la basura el contenido. Decir que aquí no ha pasado nada, y que sólo se trató de ayudar a los que no tenían entradas, parece insuficiente. La AFA pudo evitarse el aporreo periodístico transparentado su accionar. Una mesa y un cartel en el lobby del HOTELhubieran sido suficiente, y alguien que armara la cola. Dicho esto sólo para mencionar la más modesta de las ideas, para evitarse acusaciones. Hay una cosa que se llama Internet que el cronista no domina pero que parece solucionarlo todo. Igual no puede negársele a los más comprometidos que quizás sólo hicieron valer contactos amistosos, y eso de quedar bien, figurar, de gomías que alguien le manda al que tiene en su bolsillo un rollito de entradas sin mala fe.
Pero la AFA sabe cómo se sabe sin que se pueda decir, que en el 2006 ya hubo una historia de aquel dirigente que no podía volver porque se patinó una recaudación de las entradas. Y sabe que en el diario más fuerte de Brasil, habían aparecido las fotos de su personaje más encumbrado y alguien de su familia con el título “cada vez más cerca de la cúpula”. Así que eso de seguir vendiendo entradas en el lobby o la vereda, era un hecho digno de descartar..

LIONEL. Riquelme y la secuela de sus desencuentros, más bien de tipo social con los dirigentes de Boca, tapó casi todo lo demás. El volver a vivir del fútbol argentino, con sus temas cotidianos, comenzó con Román, porque no hablaba, lo mismo que si lo hubiese hecho. Pero no impidió que se mantuviera unos días la discusión por Messi. Una vez más, la distancia entre el amor y el desencanto es una pelota que pasa diez centímetros más allá o más acá del palo. El tiro cruzado de Messi ante Neuer pasó a esa distancia del gol, y con la rapidez con la que se baja la estatua de un derrotado dictador  en la plaza, Lionel fue quitado del podio en el que lo habían puesto diez días antes. Para quien firma esta nota, Messi fue el genio de siempre, el artista máximo de este siglo y uno de los jugadores más extraordinarios que se hayan visto. La mitad de los goles fueron de él y tres de ellos, obras de la máxima calidad. El gol de rebote ante Nigeria fue antes una estupenda jugada, que inicio él mismo. Dio el pase a Di María frente a Suiza, empezó la jugada del gol de Higuaín contra Bélgica, era suyo el mejor pase del mundial que por desgracia terminó con la lesión de Di María, y así sin la ayuda del Flaco, debió hacerse responsable de un ataque en el que no pudieron rendir casi nada Higuain, Agüero y Palacio. La ingratitud es tan veloz como la admiración. Hay que buscar por ese lado el repentino descrédito que sobrevino sobre la figura del más notable futbolista de la actualidad. Pero si la calidad no estuvo ausente en Messi, lo que sí le faltó en los últimos partidos fue Di María. La Argentina tiene por primera vez al segundo mejor jugador del mundo, en opinión de este cronista. Y, ante un diálogo más bien pobre como el que pudo establecer con los otros, se notó la falta de ese flaco que lo hace aún mejor a Lío.

ROMÁN. Riquelme se hizo cargo del resto. Una jugada inesperada suya no debería sorprender. Como en la cancha, Román inventó una que sobrevolará el futbol argentino los próximos meses. Argentinos, que andaba cabizbajo, será un punto de atracción ineludible. Alguna radio seguirá su campaña. En la Bombonera correrá, como el reparto de golosinas en la puerta del colegio, la noticia de un gol en La Paternal. Y si Boca va perdiendo, la tarde lo nombrará. El aire amarillento de un domingo disparará sus ondas hacia los patios vacíos del barrio, y en las chatas silenciosas del Riachuelo alguien deplorará la ausencia.