La sorprendente merma futbolística de una arrolladora actuación argentina coincide con una merma física o bien de actitud de jugadores que vienen de un trajín intenso. Debe llamar la atención del Tata Martino, pero de ninguna manera desvelarlo.
Al final, de tanto retroceder ante la presión argentina, Paraguay se equivoca y regala una pelota increíble al Kun Agüero para que este, eludiendo al arquero, meta el primer gol. Después le dan un penal a Ángel Di María, que al final no fue, y le niegan uno sobre Lionel Messi que sí fue. La Pulga mete el trucho y el partido está 2 a 0. El relator, en ese momento se entusiasma, claro, y evalúa que la Argentina meterá el cuarto gol antes del tercero. Digamos que los narradores suelen ser exagerados, pero en este caso, sin dudas que el desarrollo del partido justifica el entusiasmo y que el entusiasmo justifica el augurio.
SEGUNDAS PARTES, ¿BUENAS O MALAS?
Cuando vuelven para el período final, la película es la misma. Los albicelestes continúan como actores principales y, de relleno, están los otros. Un jugador que acaba de ingresar, Derlis González, que usa la camiseta a listones rojos y blancos, debe ser expulsado por venir del vestuario con un par de patadas alevosas, pero el árbitro decide que sería mejor suspender el partido que echarlo. Habrá supuesto que si lo quitaba del terreno, la relación de fuerzas se tornaría insultante. Así que lo deja seguir jugando como si nada.
Lo que vendría a partir de ese detalle, error, o tontería del árbitro Wilmar Roldan, de Colombia, no hubiera sido posible.
¿Y qué fue lo que sucedió?
¿Cansancio, despreocupación repentina, cambio de aire, dejarse estar? No se sabe aún, pero la Selección Argentina dejó la pelota, abandonó terrenos conquistados, perdió interés en el juego y en el partido. Y Paraguay, con tanta garra como sorpresa, sospechó que ya no sería goleado y que podría dedicarse a otro destino que el tan pobre que había aceptado hasta entonces.
El partido cambió como un día de playa en el que la gente se broncea con calma y de repente pasa un viento que se lleva las sillas, las mantas y los parasoles.
El desencanto progresa como el frío de la noche chilena. La decepción se ríe del relator que no encuentra explicación a nada. El partido se convierte en una fiesta de ida y vuelta, de jugadas para el empate o para el 3 a 1, y más tarde para que lo gane cualquiera, en especial la Argentina que en el último instante tiene a Carlitos Tevez fallando un cabezazo mano a mano con el arquero.
Inexplicable, confuso para el análisis, para nada grave, pero sí aleccionador. Pasó un partido de los que se ven pocos. El cronista finalmente apuesta a que el bajón se debió una cuestión física. Entendamos que hasta ayer nomás la Pulga Messi, el Jefe Mascherano, Tanguito Banega, el Apache Tevez, y varios otros jugadores del elenco argentino, anduvieron metidos en asuntos de altas exigencias, que no tienen que ver con la Copa América que definitivamente encararon hace algunas horas nomás.
La hipótesis no parece descabellada. Como todo en fútbol, el futuro dará su respuesta.
«Hasta ayer nomás Messi, Mascherano, Banega, Tevez, y varios otros, anduvieron metidos en asuntos de altas exigencias, alejados de la Copa América.»
«Lo más atrayente de esta historia fue que el partido se convirtió en una fiesta de ida y vuelta, de jugadas para el empate o la goleada. Finalmente fue empate.»
Fuente:Tiempo Argentino.-