Sé poco de internet. Pero lo tengo a Paenza.

 Charlo con Adrián Paenza, con el que hemos coincidido en Nueva York.

 Y aparece el tema de SOPA, el control que se intenta en internet.

 Código de la relación es ir trabando, oponiendo, dificultades a la idea del otro, para ver hasta donde crece.

 Ahí, en el intercambio del que salgo favorecido porque aprendo más que Adrián(¿se entiende lo que quiero decir?), surgió la idea de la charla que ustedes pudieron escuchar durante «La Mañana» de este martes.

 ¿Por qué no ponemos nuestras ideas a prueba con amigos más sabios? Me afecta pensar cuantos errores podría haberme evitado.

El ejercicio nos mejora. Entra al restaurante un tipo y parece que sale otro.

 Sé poco de Internet, me hago más el bruto y me cuesta acceder a una
conclusión razonable.

 Pero al mismo tiempo sirve para plantear nuevas dudas.

 Me mata, más que carecer de conocimientos, perder algún día la curiosidad.

 Pero metí  una «base» que me gustó, aunque la rescaté después, cuando pensaba en la charla. La dejo para el cierre de la nota.

 Adrián expuso argumentos muy atendibles sobre el derecho a que todos participen de internet y nadie se haga dueño.

 Todo muy bien, le había dicho, pero, ¿Cómo hacemos con el  que produce una película de 200 millones y después se la miran gratis?

 «Mi libro está en internet desde el primer día y ha vendido un millón de ejemplares. ¿En qué lo afectó? Y además el tipo de comercio cambia. Internet te da otros mercados, te acerca a miles de millones a los que antes no llegabas. Tu mujer compró ayer un tema de Shakira que le gustó. Lo pagó, ¿Cuánto? 99 centavos de dólar. Mil millones de temas simples se han vendido. No pagó 35 dólares por el CD, porque no le interesaba todo el disco, pero multiplica, en cambio, los millones de compradores a los que puede llegar Shakira que antes no  podían comprar nada de ella,y agregá también los mercados que se le abren. Andá a entrar en el mundo árabe, no sé si Shakira, pero pensá en otros artistas.»

 Con todos sus defectos, internet es un gran igualador de posibilidades.

 Al cabo de la cena en Fiorello, en Broadway Bl, frente al Meet(lo menciono por la pizza, finita y muy rica) fue que le dije a Adrián que no tenía antes de la charla tan buenos argumentos: «Pero es difícil errar el juicio cuando podés pensar en contra de los poderosos. Es un camino casi infalible. Primero, porque se sabe que son muy perversos. Segundo porque si te equivocas vos al menos te inclinaste para el lado del más débil».

Al evaluar esa frase, después, la premié con una sonrisa aprobatoria, que ahora someto al juicio de ustedes.

Víctor Hugo