Nada se dio como se esperaba

Este relator olvidó una lección de manual, nunca hay que meterse con los goleadores. Por eso cuando promediaba el segundo tiempo, dijo que Cauteruccio estaba jugando solamente gracias al gol que había convertido en el partido anterior porque era una tarde negra la del goleador oriental. Pero además dijo que River estaba para el segundo. Iban 30 minutos del segundo tiempo y todo parecía tan claro para los millonarios. La intuición es que por ninguna de las mentes de los hinchas de River pasaba la posibilidad de que le empataran. Todo el mundo estaba expectante y a la espera del segundo gol millonario.

Quilmes había jugado un muy buen partido. Sin ser nunca superior al rival había tenido muchos periodos en los cuales la actitud y la tenencia de a pelota habían sido iguales. Pero River sacó ventaja en una pelota detenida después que el Cervecero, en el comienzo del segundo tiempo, había tenido dos buenas posibilidades. En una de ellas, Cauteruccio, que cabeceó completamente solo, falló en ese remate y su equipo se quedó sin la posibilidad de marcar el primero.
En el desarrollo del partido, River siempre fue el equipo que tuvo la pelota con mejor dominio pero la realidad es que cada respuesta de Quilmes tenía pimienta. Los cambios que introdujo De Felippe fueron muy interesantes y le permitieron al equipo mantenerse, jugar de igual a igual en el Monumental. Sin embargo, a los 35 minutos, con la buena tarea de Sánchez, con el aporte de Ledesma, la actitud de Mercado –que siempre aportaba en el ataque– y de Vangioni, parecía que River cercaba el área del rival, como para conseguir una mayor diferencia.
Todo estaba servido para que el local se fuera con una cómoda victoria pero esos sueños se evaporaron como aquellos de la noche anterior, cuando todo el mundo creía que se iba a asistir a una lección de boxeo de Maravilla Martínez. Y Maravilla, lesionado, con su mano fracturada, no pudo entregar lo que el público había ido a buscar. De la misma manera, cuando River se encaminaba a un triunfo sin dificultades, se produjo una jugada descomunal de Elizari, un chico que protagonizó las mejores jugadas de Quilmes. En una del primer tiempo, había estado cara a cara con Barovero, obligando a una gran atajada del portero de River. Y cuando el partido parecía que se inclinaba para los dueños de casa, cuando Independiente celebraba la derrota de Quilmes, porque con un solo partido los Rojos de Avellaneda podrían salir del descenso, llegó otra gran jugada de Elizari. Una entrada por la derecha, a pleno fútbol, inventiva, velocidad y un pase atrás para dejarle el gol servido a Cauteruccio. En verdad, también hubo mérito del goleador, que calzó la pelota en el famoso centro de la muerte y le pegó en forma directa, dándole de primera, cruzando el tiro hacia la derecha de Barovero, para empatar el partido.
El desconsuelo de la gente de River se apreciaba con sólo mirar el rostro de los hinchas, que buscaban en las cabinas de radio alguna explicación. Tenían la mirada perdida porque a River se le estaba escapando una posibilidad magnífica de mantenerse en carrera y en la pelea con Newell’s y Lanús. Ahora, quedó a cuatro puntos del equipo rosarino en una jornada, en la cual pudo haberse perfilado nada menos que para disputar el campeonato.
Víctor Hugo