Mancuello a la cabeza del podio de los ases

El goleador del Rojo, entre un racimo de figuras que descollan en el torneo. La primera fecha en la que no hay uno de River.

Cuando Independiente superó a Racing, para el firmante no había otra cosa que un buen resultado. El partido se había roto por una decisión del árbitro y lo que quedó flotando fue una cierta injusticia. Los Rojos de Avellaneda no habían dado ningún salto que entusiasmara y su entrenador estaba a buena distancia del discurso. En cambio, cuando la semana anterior, el equipo de Avellaneda perdió por goleada frente a River el análisis era completamente diferente. Entones, lo único lamentable para los diablos rojos era el resultado. También una decisión del juez había apresurado el final favorable a River. Los muchachos de Jorge Almiron habían hecho un buen partido que pudo terminar de otra manera, aun si River había estado fenomenal.
Fue en ese contexto en el que para el cronista se definió el nombre del jugador que más gravita en el  Rojo. Nada existe sin el colectivo que lo contiene, tanto en el futbol como en otros órdenes de la vida. Pero las individualidades también hacen al carácter y la calidad de un equipo. Y en Independiente es Federico Mancuello el nombre y apellido que salta de la horizontalidad del plantel para que la selfie de su equipo la tome él, con su rostro en primer plano.
Es muy posible que si el elenco de Avellaneda sigue así, aun con los altibajos que no podrá evitar, se regale un buen final de la temporada. Y si esto sucede, Mancuello estará en el podio de los ases del campeonato. Todavía cuesta advertirlo para muchos porque es Mancuello uno de los socios del silencio que el fútbol suele tener. Esa historia del carisma, de la visibilidad fácil de unos y la opacidad de otros, no le ofrece la luz del final de una canción en el rostro del artista. Pero eso a algunos les cuesta más trabajo, no les llega como por arte de magia. Mientras le llega el turno en el tren más lento del reconocimiento, Independiente se acomoda como con el aire disimulado del que se coló en una fiesta y encuentra una silla libre.
También Racing después de ese tropezón ante los vecinos de toda la vida. Esta semana el equipo de Diego Cocca entró en estado de gracia y es esperable que le dure. Son varios los artífices, pero dos especialísimos: de Diego Milito se eperaba que brillara con su experiencia y lo está haciendo, a pesar de algunas nanas y de la ansiedad de los hinchas, y el otro que al tiempo que vence a los arqueros y defensores adversarios también lo hace con la desconfianza de su propia gente que lo escudriñó como a un sospechoso de asesinato. Y el muchachote responde con goles: dos a Boca y otros dos ayer, de toda factura, con un cabezazo letal, con un toque sutil por sobre el arquero rival, como ayer.
Lo de Boca no es tan claro, y si bien el Vasco Arruabarena le va encontrando la vuelta, un día fue Calleri, últimamente lo salvó Chavez, y ayer en la previa del clásico resultó Federico Carrizo el salvador con un golazo, pero fundamentalmente con un rendimiento alto y parejo, con dinámica, con entrega, con juego y con la conversión que le valió un triunfo, que siempre templa los ánimos, y más aun en una semana que nunca será como cualquier otra.
Porque enfrentarán al River estrella del torneo.
Y justamente este River superpoderoso, que si de estrellas y figuras hablamos, tiene el equipo lleno, anoche se topó con su espejo, aunque menos rimbombante. Lanús gira en un 10 exquisito como Silvio Romero, que le metió un pase bochinesco a Acosta para el gol granate y siempre se mostró como alternativa, con toque fino y una entrega propia de un volante central. Ponzio recordará por largo rato el túnel que le hizo sobre el final de uno de los partidos más peleados y a la vez bien jugados de los últimos tiempos. No lo ganó el equipo de los Mellizos por eso de las figuras trascendentes: Teófilo Gutierrez juega para el conjunto de Gallardo.

 

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