Los dos equipos de Rosario se despidieron del torneo dejando una buena imagen

Primero Newell’s fue claro ganador en el Monumental, aunque ante un River lleno de suplentes y con la cabeza puesta en objetivos de mayor vuelo. Y después, la merecida fiesta de Central, quizás el mejor de todos del campeonato, que amenazó con tarde violenta y terminó dando clase de fútbol en paz.

La bolea de Scocco rompió la tarde, la modorra, el recuerdo de un partido intrascendente, y casi casi arranca el arco del Río de la Plata. Se acercaba el final con triunfo no discutido de Ñuls, cuando Denis Rodríguez –el primo de Maxi– levantó desde la izquierda un centro pasado para el que llegase por la derecha.Scocco la tomo en el aire y anotó uno de los goles más espectaculares del torneo. Hubo que decir que se trataba de un gol de otro partido, porque ese que habíamos visto no merecía una jugada de tanta precisión.Fue necesario exculpar a River, pero sin disimular que hace tiempo que no gana en su cancha, aunque con todo lo que ganó en los últimos tiempos, le sobra crédito.
Algún elogio bajó sin mucha convicción para ese Ñuls ganador a partir de tener una pizca de ilusión, eso que les está faltando a los millonarios. El equipo rosarino había sido más claro en las llegadas que el equipo local.

Del Monumental al Gigante
La victoria de los leprosos marcó el comienzo de algunas preocupaciones que de inmediato sacudieron a Central: a los 10 minutos,estaba perdiendo con Boca por un gol de Chavez que celebró a lo comandante, y San Lorenzo se ponía en ventaja frente a Rafaela.Una media hora espantosa de los Canallas donde se estaba quedando sin la revancha después de la bronca de la Copa Argentina.
Cuando los incidentes empezaron a ser cosa superada, el primer tiempo se estiró con un juego más atildado pero sin profundidad de Central, con alguna buena respuesta del tucumano Palacio por el lado de Boca. Otra vez, como en Córdoba, el equipo que tiene al goleador del año parecía impotente para llegar al empate y el final de esos 45 minutos, con Montoya como líder, lo encontró mejor que su rival, pero frustrado.
El segundo tiempo, con el estadio en paz, fue de puro fútbol, con muchas situaciones emocionantes que dejaron como saldo, en apenas un cuarto de hora, un fabuloso tiro de Bentancur en el caño izquierdo de Caranta y dos atajadas magníficas de Sara, ante cabezazos que venían con el grito de gol adentro. Aunque Boca no había puesto a los titulares, el balance del partido de los mejores del año ya era mejor que aquella final tan polémica de la Copa Argentina. Y a los 17 el Chelito Delgado, que había entrado por el goleador Ruben, tomó la posta y metió un tiro libre impecable para empatar el partido. Y enseguida Chavez estuvo a punto de meter el segundo del equipo porteño. Y a los 35, el sabor de la revancha ganó el paladar de los hinchas de Central, cuando Fernández metió un gol de antología, cuando paró la pelota con el pecho como los delanteros más afamados del planeta y la tocó por encima del arquero xeneize con una maestría extraordinaria. Un golazo para darle un masaje en el corazón a todos los hinchas de Central y para poner estricta justicia en el marcador.

El tiro del final
Faltaba el broche, la frutilla que engalanó el postre del equipo rosarino que, desde la humiladad y el buen juego, se hizo enorme en este torneo y llegó a ese minuto postrero jugando el mejor fútbol que se ha visto en nuestras canchas en los últimos tiempos. Y debió ser ese lungo del peinado extraño. Debió ser ese obstinado delantero, el compañero ideal de Marco Ruben. El que le puso apellido a Central con otro golazo pintado con el olfato de goleador y con la obsesión de los que huelen sangre en el área. Fue y fue Larrondo hasta convertir de cabeza y darle un triunfo a Rosario. Un triunfo ante el campeón, nada menos. Un triunfo tan merecido que alegra a propios y a extraños, en un partido que acabó por ser vibrante y muy atrayente.