La esperanza de un milagro

Tiempo Argentino –  Sábado 03-12-2011

En medio de la decepción que reina en Sevilla, el cronista se encuentra con Martín Vasallo Argüello y a falta de propias explicaciones le pregunta a Martín, qué fue lo que pasó con Juan Martín del Potro hacia el final del partido. “Le pasó la consecuencia de David Ferrer, que es una muralla que además piensa, y piensa mucho. Que engrana el partido y lo mete en una dinámica de mucho ritmo, de precisión y de estrategia al mismo tiempo. Es uno de los mejores jugadores del mundo en polvo y lo hace a base de solidez y consistencia, no con tiros mágicos o de salvatajes con la muñeca. Tiene una solidez que te obliga a jugar todo el tiempo al máximo nivel y cada vez que Del Potro bajaba un pelín su nivel se nos iban dos tres games muy rápidos.”
La suerte de cruzarnos con Martín Vasallo Argüello nos permite tener una visión necesaria para entender el partido, porque la primera expresión que se le ocurre al firmante de esta nota es que Juan Martín se cansó, entonces inmediatamente pensaría en atribuirlo a un año que ha sido especialmente dificultoso para los jugadores argentinos. Pero no se trata de eso, tiene razón Martín Vasallo Argüello cuando señala que fue decisivo para que ocurriese ese final tan lánguido, tan opacado de Juan Martín del Potro, el tipo de juego que ensayó Ferrer. Es verdad también que Del Potro tuvo el triunfo en cuatro sets y debió ganar el partido en ese momento porque él ya sentía que se estaba quedando, evidentemente, con menos resto. Cambiar la táctica, como piensan muchos, empezar a tirar drops no es parte del repertorio de Juan Martín Del Potro. Murió en la de él. Fisicamente en el quinto set fue ampliamente dominado por Ferrer que, convengamos es de la élite de los cuatro o cinco mejores jugadores que tiene el mundo en este tipo de cancha. Para muchos después de Nadal, directamente Ferrer es el mejor.
Así que el desencanto, una cierta decepción ganó a los más de 2000 argentinos que dieron un enorme colorido a las tribunas del estadio La Cartuja, tanto las laterales, las tubulares hechas especialmente para la ocasión, como la tribuna de fútbol que quedó al lado de la cancha permitiendo albergar una cantidad de público que normalmente no tienen los partidos de tenis.
Una decepción que no había surgido en el momento en que Pico Mónaco cayó ante Nadal en un resultado que todo el mundo sabía que podía ocurrir, quizá no con tanta amplitud y tanta solvencia, de una manera tan abrumadora como Nadal liquidó a Pico. Pero la esperanza firme era que aquí, al lado de los puentes maravillosos de Calatrava y el de las Barquetas del Guadalquivir, en esta Sevilla que acompañaba muchas veces con un ritmo propio de la ciudad a través de los miles de aficionados que alentaban a los jugadores españoles aquí en este lugar sublime y tan especial, no sólo de España si no de toda Europa, el final del partido con Juan Martín del Potro apoyado en la red sin siquiera poder recibir erguido a su adversario que venía a saludarlo, es ampliamente demostrativo de que lo físico, mucho más que lo técnico, que lo tenístico en sí mismo, jugó un rol preponderante.
Queda la esperanza del dobles, pero aún ganando el partido que comienza en el mediodía nuestro, aún con ese triunfo que pueden lograr perfectamente Nalbandian y Schwank, porque es el compromiso más accesible de todos los que tiene el equipo, es muy difícil hacerse ilusiones, pensando en lo que va a hacer Tito Vázquez para los partidos de mañana. ¿Lo pone a Del Potro así como quedó después de Ferrer ante un Nadal que es un jugador que parece absolutamente invencible y que de movida nomás intentará agotar otra vez a Juan Martín? ¿Lo pone a Nalbandian en caso de ganar el doble de hoy para jugar contra Nadal y lo pone a Mónaco contra Ferrer? Parecería que las variantes son esas y habrá que esperar los acontecimientos. Saber si Juan Martín es capaz de recuperarse después de lo que se vio en ese quinto set en el que físicamente daba pena y no podía desarrollar ni mínimanete el juego de golpes extraordinarios y tan certeros que lo caracterizaron hasta mediados del cuarto set cuando todos pensábamos que ese punto ya no se lo quitaba nadie a la Argentina.
En medio del desencanto está siempre la ilusión, la esperanza de un milagro. El deporte suele tenerlos. La proeza es lo único que le queda a la Argentina. Por el camino de la lógica no hay motivos para hacerse demasiadas ilusiones. Los sueños se convirtieron en una pesadilla al cabo del 2-0 de esta jornada. A uno le queda todavía el impulso de haber visto tantos hechos en el deporte, de historias tan contrarias a lo que uno había pensado desde la lógica. Pero es nada más que eso, un sentimiento que quiere acompañar a los muchachos argentinos hasta el último instante, hasta que dejen la última gota de sudor buscando algo que se le sigue negando a la Argentina. Estos empecinamientos del destino: se le niega el premio Nobel a Borges, a las Abuelas de Plaza de Mayo y se le niega también la “ensaladera” a la Argentina. Cosas merecidas sin ningún tipo de dudas, esperadas con obsesión, pero que finalmente no satisfacen el anhelo de los Argentinos.