El frío volvió con la prepotencia del que se olvida de algo en un sitio y piensa que se lo quieren quitar. Habitual clima de cualquier agosto que se instaló en Buenos Aires de manera tan cruel que pareció penetrar la piel de los jugadores. El domingo en el fútbol fue tan frío como la temperatura que se soportaba en los estadios.
Penetrados por ese frío, River y San Lorenzo parecieron indiferentes al deseo de ganar el partido que disputaron en el Monumental. La sensación que dejaron –sobre todo el equipo de Boedo– fue que si tocaba meter un gol, encantados… Pero que no iban a quemar una sola nave con ese propósito. River pareció más entonado en la actitud en los 20 primeros minutos del partido y después, en el desarrollo del segundo tiempo, la influencia de Ponzio, lejos el mejor de la cancha, y de Cirigliano le permitieron una posesión de pelota que ilusionaba porque el juego de San Lorenzo era mucho más intermitente que el de los millonarios.
Sin embargo, esto no significó ni en el tramo inicial ni en el segundo tiempo que River fuera un claro dominador como para hacer sentir la inminencia de un gol. Más puede decirse que en el primer tiempo la llegada más extraordinaria fue protagonizada por el equipo visitante. Furch ganó en velocidad, colocó el centro atrás y Jara estrelló la pelota en el travesaño. Había sido tan pobre todo hasta ese momento que la brillantez de esa jugada cayó como una sorpresa en el partido.
Siempre que se mira un encuentro, en el comienzo de los campeonatos, el cronista mira dos cosas: el partido en sí mismo y cuáles son las pretensiones que denuncian los contendientes. Por eso puede decirse que River amenaza a los hinchas con darse con satisfecho con haber vuelto a Primera y hacer un papel que le permita estar entre el pelotón principal, y San Lorenzo luce como si todavía jugara en la nebulosa de su pasado reciente, cuando estuvo a punto de caerse a la divisional de ascenso.
Las individualidades escasean a tal punto que hubo que esperar hasta el ingreso de Juan Cazares, un flaquito ecuatoriano que desde la primera pelota que tocó denunció que todavía hay jugadores que aportan algo distintos en el futbol. Sin hacer nada del otro mundo, pero mostrando un tuteo con la pelota que nadie había tenido hasta ese momento, levantó la cotización del juego cada vez que la pelota lo buscó. Pero no siempre alcanza con dos jugadores y los demás protagonistas de River eran habitantes de los cinco puntos promedio en el rendimiento y el escaso compromiso sólo alcanzaba para evitar el disgusto del fracaso, eso tan temido por todos.
Se ve que la temperatura gravitó en todos los estadios porque de ningún lado llegó alguna noticia que fuera demasiado positiva. Todos jugaban para Boca y, si esta noche no gana Colón, el líder del campeonato es el Xeneize, que marcó el nivel al ganar de visitante con el equipo muleto. Y más allá de las alternativas que hubo en Santa Fe, hay que decir que el equipo de Julio Falcioni ganó bien y que viendo a los demás, cabe admitir que es un puntero que no resulta inesperado.
Víctor Hugo