Entre las protestas y Neymar

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 El Brasil negro, mulato, mestizo, que hace 40 años en un censo respondió más de 130 colores cuando le preguntaban por su piel, con frases como tirando a blanco y quemado de playa, el que veladamente sigue siendo un país racista, con una brecha feroz entre ricos y pobres, afronta por razones políticas la más inesperada de las polémicas. 

Al mundial lo quiere menos de la mitad de la población: cuando Lula lo tomó en el 2007,el 80% estaba de acuerdo. Ahora no. El lavado de cerebro de los medios opositores a Dilma y a su mentor Lula surtió un efecto que estremece de sólo pensar en el poder de esos diarios y canales lanzados a despedazar al gobierno y poner a sus representantes neoliberales. Abruma. De lo que menos podría creer el firmante de la nota es que el Brasil del fútbol y samba no ama tener la fiesta en casa. FIFA es un conjunto de camanduleros que ha exigido que se venda alcohol en los estadios, que se derrumben miles de casitas de los alrededores de estadios, en especial el Maracaná, que las cifras en juego son insultantes si se las confronta con la situación de los desheredados de siempre. Pero la primera de las razones por las que, más que de Messi y Neymar se habla del gobierno y de protestas, es que Brasil, el país con más oxigeno del mundo si se piensa en el Amazonas, tiene el aire envenenado por O’Globo y los que le siguen en la pertinaz tarea de impedir la felicidad del pueblo. Entre los que fueron pobres y lo olvidaron, las exigencias han crecido y es justo. Pero esas aspiraciones más difíciles de satisfacer se convierten en la bala en el cargador de los medios. Mientras, Messi espera su mundial con mas ansiedad que nadie. Los últimos meses, ya tenían  esa cita en la cabeza del lider de las expectativas argentinas, y posiblemnnte eso es lo que advirtieron en Barcelona. Lionel puede estar tranquilo. En ocasiones podrá permitirse ser uno más. El momento por el que atraviesa Di María, lo que han logrado los del City, el espectacular torneo que se jugó Lavezzi, la potencia de Higuain, permiten pensar que las cargas estarán mas repartidas.

 Argentina tiene cómo ir creciendo en su juego con partidos accesibles y debería llegar a cuartos con una capacidad en alza. Las miradas apuntan hacia la defensa: es muy bueno, o mejor dicho los defensores son excelentes. Pero si se quiere tener un equipo ofensivo, y si esa es la lógica consecuencia de tener ases en el ataque, es imposible imaginar que los del fondo no sufran con  el campo que hay a espaldas de los delanteros. Un lío para  Sabella es lo que ya ocurrió en Sudáfrica. Al ganar los tres primeros partidos será muy difícil cambiar la táctica. Es a matar o morir con casi cuatro delanteros en cancha, pero el tema es que hay rivales más problemáticos que en el grupo. Sabella sabe muy bien, como nadie, lo que es integrar un equipo con demasiados ases. Él, con Trobbiani y Ponce, fueron parte de un equipo que lo era en todo sentido. Alla vamos. Deberia ser un mundial deslumbrante. Los brasileños, por ahora, piensan más en las protestas que en Neymar. La Argentina, en cambio, tiene la cabeza mas puesta en el fútbol.
Víctor Hugo