Aprovechando que el campeón San Lorenzo dio un paso en falso en Bahía, tanto River como Racing fueron los grandes ganadores del fin de semana y mostraron sus credenciales en un torneo, que luce abierto para cualquiera.
ESTE NO. Pobres los comentaristas que van al ritmo del partido, los que no pueden esperar el resultado. Este relator veía cada vez mejor al campeón en Bahía Blanca. San Lorenzo, sin brillar, pero con la pelota asegurada en el traslado de Romagnoli y Ortigoza, empezaba a trabajar por una victoria que había desairado en la primera parte. Ni Blandi ni Correa respondían, controlados por Furios y Moiraghi, pero de todas formas podía avizorarse el gol. ¿Y qué ocurrió entonces? El arquero Champagne brindó un lanzamiento tan extenso como la cancha hacia el área de su colega Torrico. Allí estaban Miralles, un interesante delantero de Olimpo, y los zagueros centrales de San Lorenzo. El de Bahía cabeceó para arriba, una jugada cualquiera y sin esperanza de nada. La pelota subió en una vertical que no esperaron los distraídos defensores y Miralles, dando una vuelta alrededor de Alvarado, la calzó de zurda al borde del área menor y metió el gol. Increíble, pero cierto.
De un buen trabajo para el gol de los azulgranas a ese regalo que se vio de inmediato, la pirueta del resultado trajo desánimo al resto del equipo. Después, con el viento enloqueciendo la pelota, plagado de imprecisiones, el equipo capitalino recibió el segundo gol por un cabezazo espectacular de Furios. Habían transcurrido apenas tres minutos y San Lorenzo supo, de manera brutal, que ya todo estaba perdido. Mas aún cuando Gentiletti completó una faena muy floja haciéndose expulsar.
Se pensaba que el campeón tendría otra presencia en el terreno. Que afirmado en su merecida conquista del torneo anterior, habría de consolidar su juego. Habrá que esperar. Olimpo lo recibió en plena racha victoriosa y cantó su quinto triunfo consecutivo, una marca infrecuente en el fútbol argentino. Encontró un gol en la mitad del segundo tiempo y después se hizo fuerte y hasta brillante hasta el final. San Lorenzo se quedó como los zagueros en el primer gol de la noche: mirando la luna.
ESTE SÍ. El que sí jugó como si se hubiera recibido en el campeonato precedente fue Racing. La Academia hizo de Colón la triste figura que dan los equipos que sólo de milagro se pueden sostener en la Primera División. A partir de un gol de los increíbles, que los relatores temen porque no saben qué decir ante la admiración que la jugada provoca, Racing ofreció una demostración de equipo firme y con más techo que ilusiona a sus hinchas. El gol de Viola, de chilena, fue un anticipo de una tarea merecidamente aplaudida y lo ubicó entre los más esperanzados en llegar al título que San Lorenzo se había olvidado de llevar el viernes en su viaje a Bahía Blanca, donde sólo había lugar para los dioses del Olimpo.
ESTE TAMBIÉN. El fin de semana cerraría con una victoria de River ante Gimnasia. Legítima, exigua, pero inobjetablemente obtenida por el equipo de Ramón Díaz, que en el primer tiempo apabulló a Gimnasia, a tal punto que parecía que los visitantes no tenían respuestas. Aunque fue sólo 1-0, porque los rivales opacan las tareas de los equipos. River mantuvo en el campo una presencia tal como para marcar el segundo gol antes de que para que su oponente llegara al empate. Sólo los avatares, los imponderables, podían jugar a favor de Gimnasia. Tratando de imponer su superioridad pero sin la debida profundidad, cuando los platenses jugaban metidos atrás y cuando le faltaba precisión para la contra, River igual se puso en carrera como cualquier otro para disputar lo que ya se puede ver como un torneo que será, una vez más, extraordinariamente parejo.
Víctor Hugo