No solamente para quienes puedan pagarlo, como antes. Lo que se gasta en el programa es ínfimo respecto del servicio que brinda a la comunidad, en especial a los sectores económicamente más limitados.
El costo del Fútbol para Todos es la milésima parte de la recaudación de la AFIP.
Si esta se reduce a un papel de cien pesos, la proporción nos lleva a una moneda de diez centavos. Pongamos sobre una mesa mil monedas de diez centavos y tomemos una. “Ese” es el costo del Fútbol para Todos. Con esa moneda se asegura el derecho a todo el país.
Cuarenta millones de personas (más) y mil millones de costo (en promedio exagerado hasta el presente) permiten hacer unas cuentas más.
Son veinticinco pesos por año por habitante. Dos pesos por mes. Cincuenta centavos por semana. Esa es la carga. Ahora bien, que no paguen todos porque no todos consumen fútbol.
Entonces tomemos diez millones (son muchos más) de contribuyentes. Los números anteriores hay que multiplicarlos por cuatro. Cien pesos por año. Menos de 10 pesos por mes. No sacrifiquemos, ahora, a todos los que pagan impuestos. Solamente los grandes contribuyentes sean considerados. Si fuesen seis millones (son más) la cuenta da unos 19 pesos por mes.
En este caso hablamos de gente que pagaba facturas muy elevadas para verlo solo cada uno de ellos.
Con una cifra irrisoria frente a aquellas, permite que lo vea el país entero. Democráticamente, es decir con acceso universal, es la única forma de pagarlo.
Por espacio de publicidad, no hay forma de obtener la quina parte de lo que perciben los clubes, ni siquiera tomando las cifras de cuando eran robados por la televisión privada. El Fútbol para Todos significa el 5% del gasto en salud. El derecho al entretenimiento más querido, la salud mental del que no es despojado y relegado siempre, del que accede a la calidad de personas como las otras. Del que no tiene que verlo desde la vereda, a través de la ventana del café.
¿Cuánto vale para el trabajador tener un proyecto familiar, algo que puede vivir en familia la larga tarde del sábado y domingo cuando no trabaja?
Antes, la familia se disgregaba. Cada cual a donde pudiera ver, aunque más no fuera, un partido. Ahora hay un living que los contiene sin excepciones.
El Fútbol es para Todos, o para los que puedan pagarlo. Y en el medio, impidiendo la injusticia y el despojo, el Estado. La otra forma de solventarlo es a través de Magnetto y su tropa. Los clubes robados por esa televisión, porque les pagaban menos de lo que valía. La gente marginada en su derecho, sometida a ver tribunas, goles por dibujitos animados, o contados con chapitas de gaseosa y botones en pobres programas deportivos, hasta que llegue el programa de las 10 de la noche (otro robo) para recién ver los goles, cuando ya tienen mucha menos gracia. Y la injusticia complementaria de ver cuál es la calificación modesta de su club, reducido a 30 segundos, a la intrascendencia, atendidos nada más que para “cumplir”.
La nueva violencia del fútbol es la de los barras que se pelean entre ellos. Había mucha plata en juego en clubes cuyos dirigentes tenían la protección mafiosa de los medios porque eran los que aseguraban que el Grupo pagase lo que se le antojaba si se redactaran los contratos por más años de lo que era decente.
Extrañan fijar ellos el precio que el tiempo de contrato les asegurarse las mejores notas. Robarse también la publicidad del programa del domingo. Las ventas, afuera. Y de paso envilecerlo con una cobertura amarilla y estúpida, con el primer plano de las bravatas y los desafíos, con la guaranguería como estandarte. Con un periodismo que debía callarse dentro de sus murallones las verdades que comprometiesen a dirigentes neutrales y de clubes.
Lo que deploran es que no hacen más plin-caja con la publicidad ahora destinada a pagar al fútbol y que llega mucho mejor que antes porque llega a todo el país, a viejos y niños, a hombres y mujeres, a Ushuaia y la Quiaca. El estado gastaba mal cuando se lo llevaban casi todo Clarín y La Nación. Esos diarios no entran a las villas. Es más, no llegan salvo con escasos ejemplares y ya como diarios viejos, a la mayor parte del país.
El target del fútbol es el más completo. Es lo único que llega a todos, si se lo piensa para todos, y no como decía un señor de pelo blanco de Torneos: “Lo más democrático es que el que quiera ver, que pague”.