Iban a a venir Javier Pastore y Diego Lugano al programa en París pero Javier tuvo una semana fatal con colitis.
Dice Lugano que está más flaco de lo que es. Tiene que pasar dos veces para hacer sombra.
Lugano vino. Me sirvió para entender un poco mejor lo que pasa con la selección celeste. Debe haber un grupo excepcional si este es el líder. Cordial, lúcido, respetuoso.
Y raro, viene de Turquía y al cabo de cinco años parece que se sentía turco. París fue al principio un dolor de cabeza para la vida familiar. Tiene tres hijos, el mayor de 11 años. No puede ser, le dije, ¿cuando se casó usted? Tenía 19 años y la mujer 18. Mire usted lo que es el fútbol. Dos gurises cuando se casaron.
El hombre debe ser especial. No cualquiera sienta cabeza a esa edad. La personalidad es arrolladora. La cordialidad un estilo. Se sacó cuanta foto le pidió la muchachada de la Casa Argentina. Abraza al de la foto y le da una palmadita al separarse. Parece que fuera él quien agradece.
Que no fue ninguna molestia, dice con la sonrisa y que venga el que sigue.
Se dice que este es el secreto uruguayo en esos éxitos que han asombrado últimamente.
No se la creen. Son los mismos que fueron cuando empezaba todo.
Explica el defensor celeste que el trabajo y la planificación por fin se hicieron en el Uruguay y que ésa es la base de todo.
Lugano ríe cuando cuenta que los ha «rozado» un poco a los europeos y no les gusta nada.
El sabe de lo que habla. Se llevarían bien con Perfumo, quien señala en su libro que los delanteros cuando piensan la noche anterior al partido en la jugada que van a hacer deben considerar, también, lo que les puede suceder si pasan.
No me gusta conocer protagonistas. Uno corre el riesgo de enamorarse del personaje cuando es como Lugano.
Ahora resulta que este domingo estoy esperando saber cómo le va en el partido que juega de visitante.
¿Cómo me ven pendiente del París Saint Germain?
Víctor Hugo