«La Banda Oriental: Víctor Hugo y Enzo»: Charlas de fútbol en El Gráfico – Enzo Francescoli: “Messi hace lo de Maradona a una velocidad mayor”

El ex jugador uruguayo, en una conversación distendida, reconoce su admiración por jugadores como la Pulga y Aimar, que le rehúye a ser técnico y que podría ser presidente de River. Sigue el juego aunque se mantiene lejos, entre su empresa de televisación de partidos y su afición actual por el golf.

Víctor Hugo: –¿Nunca extrañaste?
Enzo: –Siempre extraño jugar, aunque lo soporté. Extraño lo lúdico porque a mí me daba placer bajar una pelota, o colgarla en un ángulo. Es una sensación que pasa por mí y siempre, hasta hoy, siento cosas con eso. Y después, cuando uno es profesional y siente que con eso hace transmite cosas. Hasta cuando escucha el insulto y empieza a sentir esas cosas… Eso también se extraña.
–Hablando de sensaciones. Hay jugadas tuyas, como la chilena, que quedaron en la historia. ¿Sentís en el pie algún contacto que te permita revivir ahora, aquello, como si ocurriera en ese momento? ¿No hay memoria para eso?
–Hay memoria y existe para eso. Por ejemplo, jugué para los 50 años de Pelé. Estaba en Italia. Un equipo de Brasil contra uno de extranjeros que estábamos en Italia, Gullit, Matthäus, Van Basten. Yo me acuerdo que lo veía con 50 años y el tipo la paraba y le pegaba igual que cuando lo veía por video. Me pasó la otra vez cuando hice la chilena. Son cosas que quedan en la memoria y son impensadas. Si yo me pusiera a pensar de hacer la chilena cuando viene el centro y la consecuencia que puede tener eso hoy para mi físico, no lo haría. De hecho hago un reality con (Zinedine) Zidane, en España, todos los años. Tenemos una academia con 30 chicos de todo el mundo, estamos microfoneados y hacemos clínicas. Tenemos la riñonera con el receptor. Vino una pelota así, en el aire, y tiré una tijera. Cuando caí me clavé el receptor: estuve con un moretón en la espalda por 15 días. Uno hace cosas que son impensadas, le salen.
–Qué notable esa relación con Zidane. Porque empieza con una admiración que vos ni conocías…
–Empieza cuando jugamos la Intercontinental. Ahí me enteré de la historia, lo conocí, le mandé la camiseta. Después conocí su familia, le entregué uno de los premios que le dieron después del ’98. Esta gente nos juntó para hacer este reality que se llama Cracks. Este año, como lo bancan empresas españolas, no lo hicimos porque España está por explotar.
–¿Un tipazo, no?
–Sí. Pero peor que yo: más introvertido, habla menos, un loco muy especial, muy buen tipo. Si no se lo conoce parece que estuviera enojado, de mal humor.
–¿Cómo lo ubicás entre los que has visto? ¿Está entre los grandes?
–Sin duda. Entre los siete u ocho. Aparte, con la diferencia de Diego (Maradona), que estuvo un escalón un poco más alto que todos, el resto, él, Platini, Zico, han marcado épocas.
–Él tampoco es técnico. ¿Qué pasa con algunos como ustedes que con todo lo que saben, no quieren agarrar viaje para ser entrenador?
–No sé qué pasa con el resto. A mí me cuesta mucho el tema de los tiempos. No me siento preparado, aunque para hacer las cosas hay que intentarlo. Para ser técnico de un club como River, no tenés que tener vida. Mi vida personal quedaría de lado. Es bastante difícil para mí.
–¿Cuántas veces te lo han pedido?
–Infinitas. Desde la época en que jugaba y estaba por dejar. Y eso que con Ramón (Díaz) andábamos muy bien y ganábamos todo. Habría que ver si funciona: jugar al fútbol no te asegura dirigirlo bien. Sobre todo, por el tema del manejo de los grupos.
–Habiendo sido jugador debe ser difícil decirle a un tipo que no juega, o que no querés que lo vendan. Todo lo vivido como jugador debe ser un condicionante jodido para tomar decisiones como técnico. Hay tipos que eso lo desdoblan muy bien. Un caso notable fue (Luis) Cubilla…
–Lo tuve acá. Fue especial. Fue importante dentro de lo complicada que fue nuestra relación, porque estuve peleado con él. De hecho en la selección de Uruguay yo no estuve durante dos años porque él públicamente había dicho que los de afuera éramos malas personas, que sólo nos importaba la plata. Ya había tenido un problema en River, él me había dicho que no me necesitaba. Me quise quedar igual y trajo a Alfaro, Villalba, Teglia y tanto con Alonso como conmigo dijo que no iba a jugar. Y después que iba de 8.
–Me acuerdo muy bien. Lo que no habías podido demostrar desde tu calidad, debiste demostrarlo desde el esfuerzo.
–Empezó desde el esfuerzo. Para mí, hasta ahí, todo había sido fácil. Había empezado en Wanderers, debutado y nunca había dejado de ser titular. Había encontrado una Juvenil bárbara que había ganado el Sudamericano juvenil. Iba todo bárbaro.
–Aquel equipo que la había metido cinco a la Argentina.
–Tapia, Burruchaga, Rinaldi, Ruggeri. Desde ese punto de vista te da el cimbronazo de darte cuenta y decir ‘acá tengo que moverme un poco’. Y mi orgullo personal: no me quería ir de River, porque mi primer año había sido malo. Me acuerdo: siempre te agradezco aquella nota de El Gráfico…
–Me pareció siempre muy interesante que te prestaste a eso. Vos venís de Schiaffino, para jugar de tipo metedor de mitad de cancha. Y lo hiciste, construiste una base. Siempre lo atribuí a una medida inteligente de Cubilla para el manejo del plantel.
–Él había declarado que tanto a (Alberto) Bica como a mí, no nos quería. Cosa rara, éramos uruguayos. Pero era su gusto y siempre se lo respeté. No comulgo mucho con él en sus principios pero como técnico era muy bueno. Ese equipo andaba muy bien hasta que un día perdió mal un partido, se fue y ahí vino el Bambino y todo lo que pasó después.
–Lo nombramos como ejemplo de cómo fueron como jugadores, difíciles de manejar. Como Juan Ramón (Carrasco) y después son tipos…
–La verdad no sé cómo sería yo si fuera técnico. Para ser entrenador uno tiene que estar preparado para tomar decisiones fuertes en contra de algún jugador.
–A mí todavía me cuesta eso de ser el jefe de un grupo. Es bravo. Gente con expectativas comunes, todos quieren jugar, nadie quiere ir al banco…
–Pero pasa en la vida misma. En un lugar de poder, político, empresarial, hasta al profesor del colegio le pasa que hay alumnos que le tienen bronca. El que está en un lugar de las decisiones, habrá gente que no lo quiera. Hoy sos Dios y mañana el Diablo mucho más rápido que del lado de jugador. El jugador, siempre es un equipo y se puede diluir. Ahí la crítica es para vos, ni para el preparador físico ni para el ayudante… Una vez vine y hablamos con Leo Astrada, que lo quiero mucho, del tema especial que tuvo él con Ameli y Tuzzio, que fue conocido. Los dos eran centrales, habían tenido problemas fuera de lo futbolístico. Yo creía que debía sacar a los dos, aunque pagaran justos por pecadores. Se habían metido en un lío… Pero eso no me inquieta mucho, supongo que lo podría hacer: el tema son los tiempos. Yo terminé los últimos años, dos o tres, que ya no quería ir a concentrar. Podría haber seguido un año más porque estaba bien, pero cansado.
–Habitualmente se da lo contrario. Los jugadores extrañan tanto serlo que quieren estar ahí, de otro modo. Almeyda, por ejemplo…
–Me ayudaron dos cosas. Uno el análisis, la contención familiar, que es importante, aunque los demás también la deben tener. Por otro lado, me traté de vincular a otra cosa rápido, me metí con amigos, con Paco (Casal), con (Nélson Gutiérrez), en los EE UU, en la TV. Eso me tuvo bastante ocupado. También me permitió tener la posición de decir el fútbol es una opción muy jugada. Aunque nunca digo nunca.
–Nunca digo nunca. Es el título…
–Es la verdad. Nunca digo nunca porque públicamente no salgo a hacer notas aunque esté muy en desacuerdo con muchas cosas que pasaron, que pasan y pasarán en River. Desde mi lugar, el que ocupo en un club de la magnitud de River, no me gusta criticar pero porque cuando jugaba, sufría mucho. Decía: ‘Este boludo que hace 30 años que no juega, ahora habla.’ Trato de no hacer cosas que a mí me jodían.
–Esta cosa nueva de que los futbolistas son amigos de los periodistas. Antes se rompía menos el código de lo que pasa en el vestuario.
–Antes averiguar lo que pasaba en el vestuario era imposible. Hoy te lo cuentan. Siempre hubo un poco, pero ahora hay más medios, más periodistas. Los jóvenes que llegan a Primera no es que sean mejores o peores: están menos preparados. Nosotros teníamos toda esa transición, esa cadena de mando del más grande al más joven. Ahora, el chico llega al vestuario con 17 años y el que lo aconseja es el de 19 o el de 36, al que no le da bola porque le habla de otra manera. Viví la transición de los ’90, cuando entró la televisión y las grandes empresas. Ahí el fútbol empezó a ser además de una pasión un gran negocio para muchos. Se empezó a multiplicar todo con una rapidez tan grande que las cosas sucedían muy rápido. Y Maradona, o los grandes, no nacen con la misma rapidez. Ahora hay que llenar más diarios, decir más cosas, los chicos son más chicos…
–¿Puede ser que hay una parada que ya no se hace? Antes River compraba al mejor y después lo vendía.
–River no ha sido capaz de mantener la diferencia que tuvo en la historia. Entonces el chico de Lanús prefiere irse a México o a España y no pasar por River, que sólo le puede mejorar las cosas un poquito y no mucho más como en otra época.
–¿Lo de la responsabilidad o eso que paraliza existe realmente? Un muchacho de River juega contra uno de All Boys, son parejos, pero para colmo uno juega con la camiseta de River. ¿Eso joroba?
–Esas cosas siempre joroban. La responsabilidad, la manera de ser, el capricho, el no entrenar, no darse cuenta de los límites. Vi un montón de jugadores así. Siempre les digo a mis hijos: “me destaqué pero había otros chicos que se destacaban en mi barrio, en mi colegio, en Uruguay. Y no llegó casi ninguno”. Inclusive Gustavo Perdomo, que es el que me llevó a Wanderers, amigo de toda la vida de Capurro, de mi barrio, cuando hacíamos la pisadita… ¿Acá le dicen pan y queso? Él primero, yo segundo. Siempre el chambón iba último, Eso marca. Y él no llegó por otro tema, tuvo que salir a laburar rápido. Pero salvo que seas Messi, no es sólo la condición técnica: los otros factores son fundamentales.
–Messi es Messi también por eso.
–Me lo dijo. Tuve la suerte de entrevistarlo en las previas del Mundial. Me dijo algo con mucha capacidad de análisis, aunque sea jovencito: ‘Yo tuve la suerte de tener el potrero argentino hasta los 12 años y después la profesionalidad de Europa. Para mí es normal acostarme temprano o sentarme a jugar a la Play en vez de ir a caminar. No lo hago ahora que todo el mundo me conoce. Lo hago de siempre.’ Él se daba las inyecciones para su crecimiento… Es lo que necesita este fútbol, hay cosas que no se logran sólo con plata, sino con un criterio. Entonces cuando River quiere ganar porque es River, y piensa que cuando está a cinco partidos de irse a la Promoción alguno lo va a ganar porque es River, y los termina sin ganar ninguno, y va a la Promoción, y viaja a Córdoba, y piensa que por ser River va a ganar, y no se va a ir, y pierde, y baja, y piensa que porque es River no le va a costar subir…
–Tanto te entiendo que hasta que faltaban cinco minutos en el último partido nunca creí que River bajaría… Me era inaceptable.
–Pasa por una sucesión de errores. River tendría que haber pensado que le podía pasar. Obviamente es fácil desde afuera como lo digo yo. Debe ser difícil estando adentro, pero River no se fue porque jugó un mal partido y Belgrano le hizo dos goles o porque si el árbitro hubiera cobrado ese penal… Lo hizo descender una continuidad de errores monstruosos como ser campeón un día y a los seis meses último. No pasa sólo porque Simeone es mejor o peor… Y eso se transmite, se deja estar, se estira…
–¿La responsabilidad es compartida en jugadores, técnicos y dirigentes o hay mayor en los conductores?
–En el lugar de toma de decisiones hay mucha más responsabilidad. Después está lo que decíamos antes, el peso de esa camiseta, 100 años de historia, que vas a jugar con Belgrano, que tenés todo para perder. Es como el que patea un penal, el arquero no tiene nada perder: si lo ataja es el héroe. Es lo mismo que tomar una decisión de economía que puede marcar el default de un país: cosas que cuando hay mucha responsabilidad, se hacen mucho más difícil. Al llegar el momento los jugadores no tenían respuestas, no porque fueran malos o no tuviera respuesta anímica… En ese lugar no sé si yo hubiera encontrado respuesta.
–¿Por todo esto les cuesta tanto a los grandes mantener esa superioridad histórica? Ahora un título, con todo respeto, lo gana cualquiera.
–Los campeonatos cortos dieron esa posibilidad. Se hicieron con esa idea. En largos, el club grande siempre tiene más margen. Hay menos error. Pero cambió también porque los grandes se quedaron en su historia, piensan que sólo los va a sostener eso, no en mejorar. Si no mejorás y los otros sí, se iguala todo para abajo.
–Alguna vez tuviste la fantasía de ser dirigente. ¿Cuánto has aprendido de ver a Passarella?
–Soy consciente de que podría ser presidente de River, por el cariño que me tiene la gente. Para ser presidente de un club de fútbol en la Argentina hay que tener cierta solidez económica porque cuando tomás decisiones, en definitiva, es el bolsillo el que decide. Y si vos no tenés la solvencia, si sos un presidente que quiere hacer bien las cosas, terminás sin autonomía, porque dependés de un grupo empresarial, o que te salga otro Pipita Higuaín que dé unos cuántos millones. Desde esa base, no lo haría. De hecho no lo hago por eso. Es difícil montar una estructura para manejar River. Me había metido con (Rodolfo) D’Onofrio: no sé si será el mejor o el peor empresario pero sí un tipo capaz de manejar una estructura así. Pero un día me senté con él y le dije cuáles eran mis reglas de juego. Y que iba a haber dos personas que sabrían primero si hay algo mal en River: primero, mi mujer, que le voy a decir “volví a casa”; el segundo, vos, que te voy a decir que me voy a la mierda. Conmigo no hay mucha vuelta, no voy a hipotecar mi nombre ni las cosas que yo logré si hay algo que no está claro… No creo que por haber sido ídolo de River tenga la capacidad. Quizá la tenga… Ese es una de las cosas que no comparto con Daniel: el ser buen jugador o buen técnico no implica que seas un buen presidente. Es totalmente diferente: movilizás entre 5 y 6 millones de pesos al abrir y cerrar el club, tenés un montón de empleados. No implica ser buen o mal tipo. Cómo tenés buena visión, una buena estructura en un fútbol que de por sí es complicado, con la misma AFA hace 50 años y todas las cosas que sabemos… Por ahora, lo descarto totalmente. Acompañar una gestión, sí.
–Sería más fácil dirigir una asociación que a un club. A la Brujita Verón lo veo presidente de la AFA, por ejemplo. Con el conocimiento y sin el gana/pierde de cada domingo. ¿Vos en la AUF…?
–El problema que encuentro es que en el fútbol no están las cosas muy claras. No puede funcionar bien un fútbol con los estatutos de hace 100 años. Se necesita más responsabilidad, no sé si civil o penal. Buscar ciertas reglas que vuelvan todo más transparente a la hora de llegar y a la de salir. Así se involucraría mejor gente, más cuidadosa. No quiere decir que hay que privatizar, no tiene por qué ser el camino. No puede ser que una dirigencia esté cuatro u ocho años en un club y entre, y se vaya y no se sepa cómo fueron las cosas, y los clubes quedan con deudas enormes. Con la fortuna que paga el Fútbol Para Todos es la oportunidad de cambiar las reglas.
–La relación de fuerzas en ese momento era otra. No era fácil fijar las condiciones. Ahora, por ejemplo, ocurrió lo de la AFIP y las triangulaciones.
–Sí, obligaron a la AFIP a que se metiera. No me dedico a eso, pero sé la historia. No podés triangular con un jugador libre porque hay un jugador que lo querés vender y lo fichás en otro equipo para favorecerse todos en el negocio impositivo.
–¿Y hacer política?
–Ni en pedo. Hasta tus amigos empiezan a decir “este anda en un curro” y te miran de costado.
–Volvamos al juego. Aimar. Un acierto tuyo. Faltaban tres años para que apareciera y ya me lo habías nombrado en un reportaje.
–No tuvo la suerte debido a sus lesiones. Tenía todo para ser el mejor o estar en la discusión. Pero en su mejor momento, en Valencia, tuvo lesiones, estuvo por ir a un club grande y no fue. A esos niveles el tren pasa pocas veces. Me acuerdo que cuando viene a su primera pretemporada, yo me había operado el hombro y hacía un trabajo diferenciado: veía todas las prácticas. Era el gran momento de Astrada, Berti, Monserrat, un medio que presionaba mucho. Y el tipo, en la práctica venía la pelota, hacía tac y no lo podían agarrar. Le dije a Paco: “Sé que nunca representaste jugadores argentinos, pero hay un pibe que es un fenómeno.” Hace un año fui a Lisboa por la TV y lo fui a ver jugar. Sería uno de los jugadores que le puede dar mucho a River, si vuelve: es más completo que cuando se fue, juega más retrasado, más jugador de equipo.
–Sería lindo. Es uno de los 15 jugadores de los que yo soy hincha.
–Vos podés repatriar jugadores pero no podés traerlo, diciéndole la camiseta de River, la historia y nada más. Me acuerdo de la discusión por mi primer contrato (todavía no me representaba Paco). Voy a hablar con (Hugo) Santilli recién asumido y me empieza decir: “viste lo que es este club, este estadio, esta camiseta”. Yo que era un pibe atrevido, y le digo: “sí, pero no como con la camiseta y, es más, vine acá sabiendo que uno de los más grandes de la historia de River fue Walter Gómez y usted lo tiene estacionando autos…” Mi padre me hablaba maravillas de Walter Gómez, después lo conocí y fue un gran tipo, por eso lo quise homenajear en mi despedida con el puntapié inicial… Hay que ser profesional, con esa lógica. El otro día hablaba con un hincha y le decía: “la pasión que tiene el hincha es y será así durante toda la vida, porque hay cosas que no se cambian”. Le decía: “tu punto de vista no es el mismo que el mío”. Yo aprendí a ver al fútbol y a River, o a Peñarol, o a la Selección de Uruguay desde otro ángulo, no desde la pasión desmedida del hincha.
–Hablemos un rato de Messi.
–Me asombra todo el tiempo. Siempre lo cuento entre amigos: fui a ver Barcelona-Arsenal, al Nou Camp. Creo que veo bien el fútbol, estaba bien ubicado, un poco hacia el arco que hace el gol Messi. Y en la jugada veo el típico pase en cortada que le mete Xavi entre seis piernas. El tipo, con el arquero a 100 por hora saliendo, se la quiere tirar por abajo. Digo: le rebotó al arquero y la metió. Cuando miro la pantalla –te juro, todavía me dura..– no lo puedo creer. Le dije a un amigo que estaba conmigo: “¿viste lo que hizo este muchacho?” Yo jugué a esto. Son cosas increíbles.
–Es fascinante esa jugada…
–Lo normal era que haya rebotado. Cuando después veo que el tipo la empala así… Después ahí había un periodista francés que después escribe que yo dije que Messi es mejor que Maradona. Dije que por lo que venía viendo es el único que puede superar a Diego… Antes ni siquiera con un Zidane, un Ronaldo. Este pibe hace lo mismo que Diego a una velocidad mayor y a una capacidad física que deslumbra: juega 80 partidos por año. Y le pegan eh, ahora pegan menos, pero le tiran cada viaje… Contra Chile todavía tengo que leer que dice, por la pisada: “aproveché que estaba seca la cancha y la pisé”. ¡Hasta eso! Es muy fuerte. Dentro del área, a mucha velocidad. Hace cosas que las debe pensar, pero es casi instintivo.
–¿Ahora pegan menos?
–Se pega menos por la televisión. Antes, cuando empecé a jugar, iba con los brazos arriba a los córners porque si iba con los brazos abajo te metían una piña que te dormían. Yo aprendí del Indio Olivera, del Tano Gutiérrez, que en el córner la cámara 1 mira la pelota, el juez, las 70 mil personas miran la pelota, no quién cortina. Y te pegaban cada piña… Otro fútbol. Antes para pasar al último tenía que ser muy tonto para que no te pegara una patada en el pecho.
–¿Cómo ves a la Selección Argentina con cuatro adelante?
–Acá en América no va a tener problemas jugando con los cuatro, con un balance parejo entre los cuatro de atrás, más Mascherano y Gago. En el Mundial, no sé… Maradona jugó con tres volantes y tuvo mucho lío.
–Qué raro que Diego no se haya dado cuenta de eso.
–Para el atacante la presión es aun mayor, porque sabés que cada pelota es importante. En cambio si vos sabés que en 90 minutos a tu equipo es difícil que le hagan un gol, estás tranquilo.
–¿Pero cómo hacés para no ponerlos a los cuatro?
–No hay manera. Porque cuando ponga un 4-4-2 y le salga bien, todos van a decir qué bien. Pero cuando le salga mal, lo van a matar. A veces sos rehén de tu propia virtud, te pasa eso.

Producción:Nicolás Zuberman

“En River tuve que demostrar mi talento desde el esfuerzo”

–Habiendo sido jugador, debe ser difícil decirle a un tipo que no juega, o que no querés que lo vendan. Todo lo vivido como jugador debe ser un condicionante jodido a la hora de tomar decisiones como técnico. Hay tipos que eso lo desdoblan muy bien. Un caso notable fue el de (Luis) Cubilla…
–Yo lo tuve acá. Fue especial. Fue importante dentro de lo complicada que fue nuestra relación, porque yo estuve peleado con él. De hecho, en la selección de Uruguay yo no estuve durante dos años porque él públicamente había dicho que los de afuera éramos mala personas porque sólo nos importaba la plata. Ya había tenido un problema en River: me había dicho que no me necesitaba. Me quise quedar igual y trajo a Alfaro, Villalba, Teglia y, tanto con Alonso como comigo, dijo que no iba a jugar. Y después que iba a jugar de 8.
–Me acuerdo muy bien. Lo que no habías podido demostrar desde tu calidad, tuviste que demostrarlo desde el esfuerzo.
–Empezó desde el esfuerzo. Para mí, hasta ahí, todo había sido fácil. Había empezado en Wanderers, debutado, y nunca había dejado de ser titular. Había encontrado una juvenil bárbara que había ganado el sudamericano juvenil. Iba todo bárbaro.
–Aquel equipo que la había metido 5 a la Argenitna.
–Jugaban Tapia, Burruchaga, Rinaldi, Ruggieri… Cosas como las de River te dan el cimbronazo y decís ‘acá tengo que moverme un poco’. Eso y mi orgullo personal, ya que no me quería ir de River porque mi primer año había sido malo. Siempre te agradezco aquella nota de El Gráfico…
–Me pareció siempre muy interesante que te prestaste a eso. Vos venís de Schiaffino, para jugar de tipo metedor de mitad de cancha. Y lo hiciste, construiste una base. Siempre lo atribuí a una medida inteligente de Cubilla para el manejo del plantel.
–Él había declarado que, tanto a (Alberto) Bica como a mí, no nos quería. Cosa rara, porque éramos uruguayos. Pero siempre se lo respeté. No comulgo mucho con él en sus principios, pero como técnico era muy bueno.

 “Mi gran frustración fue no haber jugado en un grande de Europa”

–Enzo, ¿qué cosa de tu vida de jugador debió ser distinta? ¿Qué frustración te quedó?
–Jugar en un grande de Europa. Tuve la posibilidad, en un momento de los más interesantes de mi carrera por edad y experiencia, y no pude porque mi equipo de Francia no me dejaba ir. Lo tuve que aceptar. Me quedo con el consuelo de haber tenido esa oportunidad. Tenía un contrato firmado con la Juventus, uno a medio firmar con el Barcelona. Me lo guardo para mí, no me gusta decirlo públicamente porque deben decir este boludo mirá con lo que se conforma. Lo de ganar un Mundial, sé que hay unos pocos elegidos. Tuve la suerte de jugar mucho tiempo con la Celeste, ganar tres copas Américas de cuatro.
–¿Qué pasa con Uruguay?
–Estas Eliminatorias tienen sus pro y sus contra en los parates: cuando venís bien, tenés cinco meses sin jugar y decís: ¿qué va a pasar? Cuando venís mal, te sirve. En esta condición, si Uruguay tuviera que jugar tres partidos más los pierde. Cuando entras en caída libre, todo se multiplica, así como se multiplica cuando todo va bien.
–Notable lo del contagio.
–Incluso dentro de un mismo partido. Hay veces que uno dice qué bien jugó el primer tiempo, qué mal el segundo y sólo hubo quince minutos en el medio. Los errores cambian el partido. Chile, por ejemplo, parecía que en cualquier momento iba a hacer un gol, que Romero no iba a poder atajar alguna, hasta que apareció Messi…
–¿Tiene recambio Uruguay?
–Tiene. Diego (Forlán) y Lugano están grandes. Pero Cavani, Suárez son jóvenes.
–¿Qué Luganos conociste?
–El más parecido, el Tano Gutiérrez. Su deficiencia era la lentitud, pero lo superaba con la entrega, con el hablar. Te miraba a los ojos y te decía acá no entrés porque te clavo de cabeza. Y te clavaba. Hoy no existe. La tele cambió las reglas de juego. Pero Lugano es el tipo que sus grandes pequeños defectos futbolísticos los superó toda la carrera con lo anímico. Es el único tipo que vi que agarrara del pescuezo a Messi. Se le tiró arriba y después Messi se lo queda mirando como diciendo “este está loco”. Concibe de esa manera el fútbol, y transmite mucho. Le va a costar tener alguien como Lugano a Uruguay.