Boca no sólo gano el clásico sino que se afirmó como el mejor del torneo

El domingo primaveral marcó un concreto renacimiento de las esperanzas del equipo Xeneize, en el Monumental, ante River, que sigue pagando facturas por su viaje asiático. San Lorenzo ya le había entregado la posibilidad de retornar a la punta. Y la aprovechó. Lo que queda del torneo, seguramente, será muy peleado y atractivo.

Un triunfo al que no le sobró demasiado. Pero que le permitió al Xeneize dos cuestiones clave: no sólo ganó el clásico, lo que, de por sí, le resultaba una cuenta pendiente de real valía, sino que se afirmó como el mejor equipo del torneo. Claro que su logro fue ante un River permisivo, que careció del hambre de gloria de semanas atrás y facilitó 45 minutos de floreo Xeneize en su propio terreno.

Boca había repetido hace una semana, ante San Lorenzo, lo que lo venía caracterizando a lo largo del campeonato, es decir una propuesta sin aspavientos ofensivos, cauta, que cuando gana se le elogia por inteligente y cuando pierde se le critica por avaro. Y por las mismas razones que la semana pasada el Ciclón se alzó con una victoria y el equipo auriazul agachó la cabeza en el final, esta vez los dirigidos por el Patón Bauza perdieron dolorosamente el clásico del barrio ante Huracán y los del Vasco Arruabarrena, recuperaron el capital, como un jugador que en la ruleta cambia de mesa y todo le sale mejor.
Un minuto iba de juego y Boca perdía a Gago por una dolorosa razón. Pero ganó a Lodeiro y el equipo, lejos de sentir el golpe anímico, pareció quedar robustecido por el infortunio del comienzo. Fueron justamente el volante uruguayo, junto a Melli, el Apache Tevez, Erbes, y también Bentancour y la solvencia de sus laterales, quienes se erigieron en el primer tiempo, en los baluartes de su equipo. Tuvieron una labor encomiable, plena de autoridad, que contrastó con la pasividad incomprensible de River. Justamente el gol se produjo en ese tramo en el que la diferencia se acentuaba. Tobio sacó una buena pelota en paralelo a la raya del costado y Palacios superó a Álvarez Balanta para que se diera la jugada del gol de Lodeiro. Cosas del futbol y la vida. El jugador que entró de casualidad fue el conductor del equipo y el autor del gol, después de que Tevez había perdido el mano a mano con Barovero.

Nada cambió. Era más profunda la noche y más negra la actuación de River. El público, que había dado un demostración de autoestima extraordinaria antes del partido, ahora se quedaba perplejo, casi sin reacción ante la inesperada caída de sus jugadores. Después Boca se perdió un gol que hubiera cerrado el partido ya en el primer tiempo. Es verdad que en el segundo hubo una reacción del Millo y que Xeneize anduvo perdido un rato, sin pelota, sin vuelo, sin conductor. Pero también es cierto que allí apareció la buena defensa de una línea de fondo casi sin fisuras, opinión que sólo tambalea por un par de cabezazos que metió Alario para que Orión alcanzara su mejor nota en un clásico.
Poco más que eso aportó el equipo que mantenía el apoyo de toda una cancha y para colmo, en el último cuarto de hora, los de Arruabarrena recuperaron a Lodeiro, e hicieron notar lo desangelado del fútbol de River, demasiado lejos de esas actuaciones que le pusieron en lo más alto de América. El dueño de casa se retiró sin que uno solo de sus jugadores hubiera alcanzado destacarse.

Gran solidez. Y del otro lado, Boca apreció que no tenía reproches para nadie. Todos habían cumplido en lo individual y colectivamente hicieron valer la faceta más destacada. Boca sale a buscar su destino y en esa actitud pierde injustamente como la semana pasada o se da el gusto de superar a River en su propio estadio. No es mirando lo que hacen los otros como se gana un campeonato. Si se tiene lo que tiene Boca, porque eso también hay que considerarlo, no es cuestión de esperar, de ver que es lo que propone el rival. Hay que sacar las manos, ganar el centro del ring y hacerse dueño del escenario, así sea la casa de su peligroso rival de siempre. Por eso ganó Boca. De ahí que nadie discuta, ni siquiera los hinchas de River, el resultado de ayer.

El domingo primaveral marcó un renacimiento de las esperanzas Xeneizes. Para River, la gran oportunidad vendrá con la Copa Sudamericana, porque el campeonato local que regaló con su viaje asiático, le sigue pasando factura. Nada fue igual después de ese viaje. Cuatro de quince puntos, es una magra cosecha para semejante equipo. El desgano de sus hinchas mientras bajaban los escalones, eludía el reproche porque sería injusto, estando tan cercanos los días de gloria. Pero esas voces apagadas de una tarde olvidable, ese murmullo sin altisonancias no es eterno.

La opacidad de River le devolvió el brillo a Boca y eso se perdona un ratito, nada mas.