Tiempo Argentino Sábado 10/11/2012
Siempre es un placer escuchar al Bocha analizando el fútbol. Esta vez vuelve a rescatar a los mejores jugadores: no sólo a Riquelme sino también a Tevez, Aymar y Messi. Dice que la Selección debe insistir con los tres delanteros y con algo de nostalgia, elogia fuerte a Burruchaga.
Querido Bocha, ¿cómo está viendo a la Selección?
–Muy bien, yo siempre dije que había que jugar con tres delanteros. En su momento se decía que no se podía jugar con tres arriba, pero en los últimos partidos quedó demostrado que se pueden complementar perfectamente. Además está Di María, que muchas veces termina siendo un cuarto atacante.
–A mí me parece que hoy por hoy de Ángel Di María se habla mucho menos de lo que se debería, ¿no le parece Bocha?
–Sí, me parece que debería hablarse más de ese jugador. Yo digo que Di María es fundamental en el juego de la Selección. Es un jugador atacante, más allá de que arranque como volante. Tiene mucha llegada. Argentina necesita más jugadores como él.
–Usted que era un jugador absolutamente vertical y jugaba para adelante, ¿qué ve de distinto en él?
–Tiene todo como para ser una estrella. Reúne varias cualidades: puede asistir, gambetear, encarar, definir. No muchos jugadores pueden funcionar de esa manera.
–En el mano a mano, esta Selección de Sabella es muy dura, ¿no?
–Sin dudas. Hay futbolistas que cuando te encaran son muy eficaces: eso es lo mejor que tiene este equipo.
–Hay tantos buenos jugadores, que parece mentira que Tevez esté afuera, sin que la gente se enoje.
–Sí, es verdad. Carlitos Tevez es un jugador que podría estar en cualquier selección del mundo, pero en la Argentina no tiene lugar por una cuestión de que tiene otros que lo superan. De todas maneras, yo creo que debe estar, al menos como primer recambio.
–Y ahora apareció otro delantero, como Hernán Barcos.
–Sí, pero Barcos es muy distinto a Tevez. Carlos juega más por afuera, mientras que Barcos es más centrodelantero.
–¿Cómo ve a la defensa?
–Hay que ver cuando lo apuren más. Recién vamos a poder sacar conclusiones cuando enfrente a un rival mucho más fuerte.
–De todos modos creo que puede andar lo de Federico Fernández y Garay.
–A mí me gustó mucho la actuación que tuvieron ante Uruguay y en Chile. Pablo Zabaleta también anduvo bien: muchos dicen que los laterales tienen que ser altos, pero él demuestra que se puede jugar en Europa sin tener un físico tan grande.
–¿Se ilusiona con Brasil 2014?
–Sí, creo que Argentina, España y Brasil son firmes candidatos a ganar este Mundial. Y yo diría que Colombia también viene bien, habrá que prestarle atención a la selección que dirige Pekerman. Por ejemplo, Teo y Falcao son similares, son equiparables a Agüero y a Higuaín; James Rodríguez puede ser un Di María. Por supuesto que la diferencia que tenemos nosotros es que tenemos a Messi: a ese no lo tiene nadie.
–Parecería, por momentos, que volvió el 4–2–4 a la Selección, ¿no?
–Tal cual. Es verdad. Hacía mucho tiempo que un equipo no ponía a todos esos jugadores juntos adentro de una cancha. Ni en la época de Diego Maradona pasaba.
–Pero hay que ver si esto persiste cuando tenga que enfrentar a rivales más duros. A mí me dolió la experiencia del último Mundial, contra Alemania: pensamos mucho en cómo jugar adelante y finalmente nos comimos esa goleada.
–Pero no estaban los mismos jugadores que están hoy. Creo que la Selección tiene que seguir jugando como lo está haciendo, y tiene que seguir poniendo a los cuatro juntos. Ahora Messi está más libre, recibe la pelota más adelante porque Di María se la lleva… Y además, el equipo en general juega más arriba.
–¿Cuánto gravita un entrenador en un equipo, Bocha?
–Mucho, Víctor Hugo. Mire, el director técnico es el que arma el equipo. Espero que Alejandro Sabella no cambie y que juegue contra todos los rivales de la misma manera. Nosotros salimos campeones porque nos respetaban. Cuando se vengan Italia, Alemania, u otros también hay que ser protagonistas.
–Toda la vida dijimos con Alejandro Apo que nunca hablamos con alguien que supiera tanto de fútbol como usted. ¿Qué le faltó para utilizar toda esa sabiduría como entrenador?
–Como no empecé de técnico, apenas me retiré, dejé pasar la oportunidad. Aparte, yo necesito proyectos de dos o tres años, largos; tendría que encontrar un presidente que estuviera preparado para eso.
–Incluso por esta vorágine se ha convertido en una profesión no deseable.
–Hoy en día es muy complicado ser entrenador de fútbol. Aparte ya no quedan los jugadores necesarios como para armar muy buenos equipos: los buenos futbolistas se van muy jóvenes.
–La paridad de los jugadores es todo un tema hoy: cuando ustedes salían con la camiseta de Independiente, realmente eran un equipo bárbaro. Ahora no sé si tanto.
–Ahora los equipos grandes tienen la historia, la camiseta, tienen tambien a la gente para superar a los chicos, pero en cuanto a los jugadores son muy similares. Adentro de la cancha los once de Independiente, Boca o River no son más que los de Belgrano.
–¿Hoy por hoy, es más fácil jugar con la camiseta de Independiente que en su tiempo?
–Para vestir esta camiseta uno tiene que estar preparado, para lo que piden los hinchas: hay que jugar bien y ganar. No alcanza con menos.
–Yo creo que el hincha más sufrido es el de Independiente, ¿no le parece, Bocha? Lo digo por el cambio que ha vivido en los últimos años.
–Los hinchas de varios años no deben entender nada con lo que pasa. Muchas generaciones se acostumbraron a ganar todo y ahora las cosas cambiaron.
–Imagino que muchos jugadores de equipos grandes rendirían más en equipos más chicos.
–Claro, porque hay menos exigencia, los hinchas no les piden ganar siempre. Por otra parte, ahora los jugadores de Independiente están obligados a sacar al club de esta situación; y eso es una presión extra. En mi época hubiese sido imposible pensar que íbamos a pelear por no descender.
–¿Cómo se lleva con la nostalgia. Con eso de que antes se jugaba mejor?
–A nivel local me parece que sí, que antes se jugaba mejor. Ahora ya no están los mejores en la liga nacional y eso, naturalmente, hace que todo sea más feo. En cambio en lo que respecta a la Selección me parece que todo sigue siendo como años atrás.
–¿Considera que no es sencillo jugar en el fútbol argentino? Yo lo veo a Falcao: antes no se lucía como lo hace ahora.
–Es muy difícil, pero se le hace más complicado a todos porque no hay jugadores distintos a nivel nacional. Eso hace que todo se complique.
–¿Pero se notan tanto los distintos? ¿No cree que tiene que ver con los pocos espacios que se dejan en nuestro fútbol?
–Lo que pasa es que un jugador solo no puede hacer nada, se le hace muy difícil. Pero si vos tenés un equipo aceitado, con rodaje, que funcione bien y que rodee a los talentosos, entonces sí que podés marcar una buena diferencia.
–Observo y escucho que le pegan mucho al fútbol argentino. Vemos dos partidos mediocres y le tiramos con todo. Sin embargo, yo tengo una teoría de por qué pasa eso: vemos mucho más fútbol que antes y eso nos hace más exigentes que antes.
–Puede ser, pero yo lo que veo es que, al irse al exterior tantos jugadores talentosos, el rendimiento de los equipos no es bueno. Me parece que el problema pasa por ahí, ahora. Porque en mi época se iba, como mucho, un jugador. Además los partidos eran más abiertos. Antes había menos marca.
–¿Hay algún equipo, fuera de Independiente, que le dé satisfacción verlo?
–Actualmente, Newell’s está jugando bastante bien. Es el que más me gusta. Y lo de Vélez es bastante interesante. Pero más allá de eso, veo que ya no se consiguen futbolistas que puedan armar juego, desde que Juan Román Riquelme se fue. Sin él Boca no encuentra el funcionamiento que lo llevó a lo más alto.
–¿Qué cree que debe estar pensando Riquelme en este momento?
–Por el momento que pasa Boca, debe querer volver. Se debe ver jugando. Igual hay que ver cómo se sentía físicamente: eso sólo lo sabe Román.
–¿Alguna vez tuvo simpatía por River o o Boca, dependiendo del juego que estuvieran haciendo?
–Uno siempre hincha por el que juega mejor, por el que tiene mejores futbolistas. Por lo menos a mí me pasa eso. Me gustaba ir a ver a River cuando jugaba con Francescoli, después Aymar, Salas. Por eso no podía creer cuando se fue al descenso: enfrentaba a Olimpo y le tenía miedo. Se conformaban con empates. Así fue perdiendo todo lo bueno y terminó yéndose a la B.
–¿Los jugadores deben hacerse cargo de la situación del técnico cuando está en la cuerda floja?
–No creo que a ningún jugador le guste perder, por eso siempre salen a ganar. Esté el entrenador que esté. Nunca me pasó de ver a un compañero que haya ido a menos. Me ha tocado tener diferencias con algunos técnicos, pero siempre quise salir a ganar. La gente y uno mismo pesa más que cualquier diferencia.
–¿Los jugadores de antes tenían más técnica que los de ahora?
–Creo que sí. Se nota mucho en los puestos de atrás: antes los defensores eran más elegantes para salir jugando, tenían un poco más de clase. Pero también se nota en el juego: ahora no se ataca con mucha gente, por eso no se arman tantas sociedades en esa zona. Años atrás llegabas al área rival con varios hombres, entonces podías armar jugadas colectivas.
–¿Había más horas de juego?
–Claro, antes se hacía más trabajos con pelotas y había más prácticas de fútbol. Ahora es mucho físico y un poco de pelota.
–¿El interés de los jugadores de antes es el mismo que tienen los de hoy?
–Nosotros sentíamos pasión por el fútbol, nos quedábamos después de la cena hablando del rival, de cómo había que jugar, intercambiábamos opiniones. Ahora juegan a los jueguitos encerrados en sus habitaciones. En mi época se vivía mucho más pensando en el juego.
–¿Cuántas horas le dedicaba al fútbol?
–Por lo menos tres horas en el entrenamiento y después, durante todo el día, pensábamos en cómo jugar. Nos juntábamos para charlar. Me acuerdo que en la Libertadores de 1984, que salimos campeones, perdimos injustamente 1-0 ante Olimpia de Paraguay, en primera ronda, y todos estaban preocupados. Pero yo le dije al profe Carlos Kenny que si seguíamos jugando así, íbamos a salir campeones. Y así fue. Fue duro, pero salimos campeones en una Copa que era muy difícil: antes los equipos de Libertadores tenían cinco o seis jugadores de Selección, ahora nada que ver.
–¿Cuánto tiempo duró ese equipo tan extraordinario de Independiente, del que usted fue parte fundamental durante los ‘80?
–Duramos tres años, en las temporadas ‘82, ‘83 y ‘84. Fue una pena que vendieran a Burruchaga al Nantes, con él podríamos haber ganado dos Copas más. Son errores que cometen algunos dirigentes que no saben nada de fútbol.
–¿Qué cuadros le gustaban de esa época?
–El Huracán ’73 me encantó, el de Estudiantes que jugaba contra nosotros también eran muy buenos. Por eso la Selección, en parte, fue armada con jugadores de ambos clubes. River también tuvo años interesantísimos.
–¿Era de discutir con los jueces?
–Con algunos sí. Por ejemplo, me llevaba mal con los árbitros que te amonestaban si protestabas, pero al que pegaba una patada no le decían nada. Pero no era de discutir, porque no servía para nada.
–¿Le gustaba algún árbitro?
–Ricardo Calabria era bueno porque dirigía la jugada bien de cerca, no se perdía detalles. A mí me gustaban los árbitros que estaban ahí al lado.
–¿Antes se simulaba menos?
–Sin dudas. Ahora muchas veces prefieren tirarse en vez de continuar con una jugada muy clara. Son decisiones equivocadas, que muchas veces no se piensan. Antes te pegaban cada patada que te daba miedo, pero había que seguir.
–¿Cuál fue su último partido, Bocha?
–Contra Estudiantes, en la cancha de Independiente, el 5 de mayo de 1991, Pablo Erbín me pegó una patada y salí lesionado. Nunca más volví.
–¿Entonces jugó su último sin saber que iba a ser su despedida?
–Tal cual. En verdad quería volver, pero me costaba muchísimo recuperarme y me daba cuenta de que ya no estaba capacitado para seguir esquivando las patadas que me daban.
–¿Qué pasaba cuando le pegaban una buena patada?
–Nada, seguía jugando. No era de quejarme: me levantaba, agarraba la pelota y le daba para adelante. A veces, incluso, lo cargaba a Bertoni: “Dale, levántate que no es nada, no jodas.”
–¿En líneas generales, la gente del fútbol fue agradecida con usted?
–Los hinchas de Independiente fueron y son muy agradecidos. Algunos dirigentes también, no todos. Con Cantero me llevo, es un gran tipo.
–Se nota, una gran persona…
–La gente se lo está reconociendo. Saben que tomó un club en un estado malo y lo está levantando. Lo único que le falta es ir armando un buen equipo, que pueda pelear. Los hinchas están aportando su granito, van a la cancha, compran bonos. Entre todos estamos sacando al club de esta situación.
“Burruchaga era el que mejor entendía mis pases”
–¿Por qué ya no hay pases como los que daba usted, divinos, inolvidables?
–Porque el pasador necesita tener un compañero que pique y que le marque el pase: el que quiere dar la asistencia debe tener a alguien a quien dársela. Hoy los compañeros de los pasadores no buscan, no se generan espacios. Muchas veces se quedan mirando, marcados, y eso complica a los enganches.
–Para un pasador como usted, ¿un tipo como Alzamendi era perfecto, un Bocatto di cardinale?
–Claro, jugadores que te marcaban el pase, salían para adelante con mucha precisión. Antonio anticipaba mucho, por eso terminó siendo ese gran goleador.
–¿Qué otro intérprete tuvo?
–Burruchaga siempre supo entender mis pases. Él picaba de atrás, se metía entre los defensores y me marcaba la zona para meter la pelota. El gol que le hizo a Alemania, en la final del ’86, no es casualidad: siempre encaraba de esa manera. Además definía muy bien.
–Siempre me hablan de un partido muy especial, que me llené la boca, ante Gremio (final de ida de la Copa 1984). ¿Fue tan lindo?
-–Fue interesante, pero el más lindo que jugué fue un 2-2 con Argentinos. Lo que tuvo el de Gremio es que fue una final y que nos erramos muchas jugadas. Tuvimos para ganarlo con comodidad, aunque ellos también generaron situaciones de peligro. Por suerte ganamos.
-–Usted llegaba un domingo y veía a Giusti, Marangoni y Burru. ¿Cuál era el que si faltaba decía ‘pucha, hoy estamos jodidos’?
–Burruchaga, sin dudas. Era un jugador que te salía de atrás, que llegaba al ataque, que recuperaba, que definía bien, que ayudaba en todos lados.
–¿Habrá sido el mejor de los no ídolos? Digo no ídolos para diferenciar de los jugadores extraordinarios que no estaban en el nivel suyo, de Alonso, de Maradona.
–Sí, lo que pasa es que Burru no era para cumplir un rol principal. Era para jugar al lado de un habilidoso, para ayudar, para mejorar al equipo pero desde su lugar.