Yamila Cruz Valla, directora de una obra sobre el desaparecido Haroldo Logiurato‏

 

Obra de danza teatro con música en vivo «Haroldo Logiurato. Hombro de árbol, hojas como pájaros»

Amor mío,

Para estrenar una nueva cinta en mi vieja máquina de escribir nada mejor que nacerte esta carta. Parecerá extraño comenzar una carta de amor Ha-blando de la cinta ele la máquina ele escribir, extraño a lo que comúnmente se conoce por carta de amor, pero no tanto para quienes como nosotros nunca estamos dispuestos, por lo general, a respetar las normas clásicas, como consecuencia de nuestra propia actitud ente la vida, actitud esencialmente revolucionaria, propicia a la ruptura con todo lo preestablecido. Por otra parte, la máquina de escribir, es de mis pertenencias, lo que más estimo, ya que es mi herramienta de trabajo, el medio por el cual expreso todas esas ideas que bullen en mi cabeza, todas las expectativas que cobija mi espíritu, todas las ansiedades que me impulsan a la lucha por Ia justicia, por la libertad de mis hermanos. Que tiene de extraño entonces que comience una Carta a mi amada, hablando de mi máquina de escribir? Y que tiene de extraño también, que le hable a mi amada de mi lucha, yo se bien que mi amada comprende mejor que nadie esa lucha, que es también su lucha. Eva Perón cuenta que cuando Perón estaba preso le escribió una carta desde la cárcel en la cual ella buscó en vano una frase de amor, hasta que comprendió que la mejor frase de amor era la que le decía; cuídame al pueblo. Y Eva Perón, entonces, con esa espiritualidad exquisita que le conocemos, nos habIa del enorme significado que encontró en esa frase donde el conductor del pueblo le pedía a ella que le cuidara a ese pueblo… y Eva Perón, condujo a los trabajadores a un 17 de octubre.

Algunas veces me has preguntado porque nos amamos tanto. Creo que es porque hemos nacido capacitados para amar, yo diría que hemos nacido fundamentalmente para amar. Nos amamos tanto porque el amor es para nosotros, nuestra razón de ser. Así es como amamos al pueblo, así es como amamos a los humildes, nuestros iguales. Así es como amamos nuestra causa, y como consecuencia, toda esa capacidad de amar vuelca su fruto en este inmenso amor que nos profesamos. Tan enorme, tan integral, que no todos podrían comprenderlo.

Tu sabes que me gusta contarte lo que siento, quiero pues expresarte cómo, recién me sentí plenamente realizado en toda la potencialidad de mi ser, el día que comencé a amarte, el día en que comencé a comprender que ya existía sólo en mí mismo, sino que también existía en ti. Porque ahora creo, que eso es amor, sentir que uno ha de ser una sola y única                persona, para pasar a ser dos personas a la vez, tú y yo, yo y tú. Cada uno siendo a la vez uno mismo y el otro, pero siendo ambos una sola persona, Esto que resulta tan difícil de explicar, se bien que tú también lo sientes de igual forma.

Antes, no hubiera tenido quizá tantas fuerzas para luchar, para superarme. Ocurre que ahora no soy yo quien aporta su fuerza, ahora hay en mí dos espíritus que conjuran sus fuerzas para la lucha, el mío y el tuyo.

Ahora sé que mis triunfos no me pertenecerán exclusivamente, los compartiré contigo, pues son propiedad de ambos. Ahora sé que dentro de mí alienta también otra vida, es la tuya que me acompaña, como la mía te acompaña a ti. ¿No es eso maravilloso?

Amor mío, cuantas cosas que estas pienso cuando no te tengo cerca. Cuando no puedo apretarte entre mis brazos, sentir muy cerca de mí el latir de tu corazón, beber tu aliento, hundirme en tus labios para calmar mi insaciable sed de tus besos, esos besos maravillosos que me nacen morir y revivir a cada instante. Cuantas cosas pienso, mi vida, cuando no puedo tenerte para mí, hacerte mía, poseerte y dejar que manoseas, íntegramente, exhaustivamente. Cuantas cosas pienso cuando tu estas lejos y yo sueño con tus hermosos ojos verdes, tus cabellos negros, tu boca de sangre, tu cuerpo ardiente y bello. Cuando yo sueño con tu vida, que siempre quise hacer mía.

Pero lo que más pienso es en el día en que para siempre te tendré a mi lado, para protegernos mutuamente, para poseernos, para ignorar todo lo que no sea nuestro amor. Cuando ya no existan quienes sufran, cuando no haya oprimidos en nuestra tierra, cuando las madres no vean jamás morir sus hijos de hambre y de miseria.

Ese día será nuestro día, un día largo, muy largo. Será el día que comencemos a besarnos, en un beso que quizá se interrumpa cuando la vida deje de alentar en nuestros cuerpos… o antes.

 

Contesto aquí tu última carta. Tendrán que seguir siendo las cartas nuestro vínculo?

Aunque ellas sean capaces de trasmitir todo nuestro amor me llego a resignarme a que solo ellas puedan unirnos. Hay tantas cosas entre nosotros que las palabras son incapaces de transmitir. La palabra es siempre continente del pensamiento, nunca alcanza a reflejar todo lo que el pensamiento concibe, de allí que sea tan difícil transmitir las sensaciones del alma humana a los demás. Siempre que no se trate del ser amado, pues entonces, como ocurre entre tú y yo, los pensamientos se transmiten del uno al otro, sin dificultad y plenamente, muchas veces sin necesidad de hablar, con sólo vivir uno junto al otro.

Me anuncias tu viaje para el mes que viene, y no te imaginas cuanto lo deseo. Ya tendremos oportunidad de hablar entonces de todas estas cosas que nos unen y nos inquietan. Es decir, tendremos oportunidad de renovar mutuamente nuestra profunda fe revolucionaria que nos capacita para sobrellevar todo lo malo y hasta lo que parecía imposible, para sobrellevar nuestra separación; física, como tú dices, porque espiritualmente estamos cada día mas unidos y consustanciados.

Me hablas en tu carta de nuestra situación en este, si, realmente hay algo de lo que dices. La solidaridad es manifiesta y efectiva en cuanto parte espontáneamente de la base y de los activistas de base. Los dirigentes como en todas partes, se ocupan más de compartirnos que de preocuparnos por nuestra situación. Al contrario, siempre está presto el calificativo de turno para hacernos aparecer como desviados de nuestros principios ideológicos, esos principios que ellos no conocen o por lo menos no comprenden. Pero ya te digo, no es para alarmarse, pues no es esto nada peor que lo de siempre. Que de lo que ocurrió en todas partes. Acaso no sucede lo mismo en nuestra propia ciudad?          Pero nosotros debemos estar por encima de todo eso. No nos podemos detener en estas cosas lo que hemos llegado a la lucha por una cuestión de conciencia, porque hemos comprendido todas las verdades del proceso histórico y nuestra conciencia no nos ha permitido quedar impasibles frente a la explotación y el sometimiento. Pero en los procesos revolucionarios siempre se arrastra el lastre inevitable de la “come-vacas” y depende del grado de compresión, que los revolucionarios tengamos del desarrollo de la lucha, el que no nos asombremos demasiado por ello.

Claro que hay vacas que nos sublevan ciertas cosas, más aun si nos detenemos a pensar que no hay ningún derecho a sufrir esta persecución (porque para algunos de los presos la persecución no solo ha sido la de la represión, sino que además hemos tenido que soportar la persecución interna del movimiento que algunas veces es peor que la picana de los militares del conintes). No hay derecho digo, porque muchos como yo, no hemos llegado al movimiento alentados por ninguna ambición personal. Todo lo contrario, porque teniendo la clara visión de lo largo que sería esta lucha, yo por ejemplo, podría haberme dedicado a mis intereses personales y esperado el momento oportuno para aparecer en el panorama político. Podría así, haber terminado mi carrera y ser hoy un brillante profesional y ostentar mi título de “doctor”, tan respetado por la mentalidad burguesa. A veces me duele recordar que en 1958 estaba cursando el 5° año de facultad (aunque claro está a ponchazos desde 1955) y deje todo por la lucha sin importarme nada. A veces también me causa gracia el título de dirigentes de algunos que son capaces de cualquier cosa por mantener sus posiciones y desde ellas se creen capaces de juzgar a cualquiera. Me resulta gracioso, porque pienso que yo también podría haber elegido la cómoda posición del dirigente, es decir haber seguido el mismo camino de muchos que estaban al lado mío y se golpeaban el pecho, pero que siguen usufructuando de su cómoda posición sin arriesgar nada. Yo también podría haber hecho lo mismo y mantener mi posición de dirigente, dejando que otros pongan el pellejo. Pero yo tengo demasiada moral para ello y elegí el camino que mi deber me marcaba aunque fuera el más difícil. Yo comencé la lucha el 16 de junio de 1955, me bautice bajo la metralla de los bombardeos gorilas, y supe asimilar la lección de Eva Perón y las ensenas de Perón, mientras otros que se creen con derecho a juzgarme, no han hecho otra cosa que llenase sus bocas con esos nombres mientras siguen disfrutando de la comodidad de sus cargos. Yo les reconoceré el derecho a juzgarme recién el día que lo hayan arriesgado todo, su posición, su familia y su vida, como lo han hecho muchos compañeros que jamás se han ocupado de infamias y han mantenido afuera y dentro de la cárcel una conducta intachable y combativa. Claro está que yo y otros muchos no hemos dado todo lo que dimos para defender las “sagradas instituciones democráticas y occidentalistas”.

Será, amor de mi vida, hasta la próxima carta,  tú sabes que quedo aquí pensando constantemente en ti y deseando que el tiempo vuele para poder abrazarte y vivir algunos días felices junto a ti. Recibe mis besos más ardientes y la expresión de todo este amor tan grande que siento.

 

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