¡No me peguen, soy Zunino!

 Estando en La Habana me llega el comentario de las quejas de Zunino al sentirse sobreexpuesto por el episodio de su nota de las 24 mentiras. La charla que desnudaba su particular cinismo y echaba luz sobre cómo se hace periodismo hoy día daba cuenta también de lo que hay de un lado y del otro del mostrador, y fue repetida por varios medios. Algunos llegaron a producir un material que no me alcanzarán los años para agradecer. Hablo de TVR, el programa que conducen Gabriel Schultz y Pablo Rago; está el informe en esta página: http://goo.gl/AuZLZ

 El rigor periodístico y el humor se ve que desquiciaron a Edgardo «Edy» Zunino. Y el hombre se quejó, al parecer. Sólo vi un mensaje de texto de un integrante de la página a la producción en la capital de Cuba.

 El «Edy» se sentía molesto y denunciaba que lo habían puesto en la parrilla.

 Se sintió poco menos que despellejado.

 Patético.

 Un hombre que desde la revista que integra, sentado a la diestra de su diosito Fontevecchia, ha integrado un grupo periodístico que ha jugado con el honor de cuanta persona les pareció buena para vender revistas; que aun no dejan de rogarle a Magnetto que los perdone por denunciar el cáncer del que felizmente se curó (ojo, es bueno que viva, ojalá mil años, porque es más visible lo que representa); un hombre como Zunino que no dudó en lanzarse a la aventura de una nota plagada de mentiras para destruir mi credibilidad.

 Un personaje como Zunino que en el número siguiente, en vez de disculparse tras la charla (que no entiendo por que gracia de Dios aceptó), sigue mintiendo.

 Ese francotirador que acecha el honor de la gente, se sintió ‘tocado’, ‘expuesto’, ‘puesto a la parrilla’. Pobre tipo.

 Lo que te falta es entrenamiento.

 Lo que te falta es estar dos años y medio todos los días en los medios de Fontevecchia, en Clarín, en La Nación, víctima de mails sacados de las usinas de Magnetto acusándote de que te dieron diez palos dólar para venderte (eso que vos pusiste), o el nuevo mail sobre los cien mil dólares que les pedí a unos chacareros que no existen (eso que vos pusiste), bancándote los nuevos bufones del rey, sufriendo que una integrante del staff de tu propia radio te tire la infamia de que estás vendido, que te bajan línea (eso que vos pusiste, porque todo te venía bien para hacerme pelota).

 Entonces sabrías cómo se engrosa la piel para aguantar la tacada y lo que es vivir con los huevos puestos sobre la mesa.

Víctor Hugo