Hay equipo detrás de messi

El retorno desde Mendoza se hizo con algo nuevo en las valijas. Relator de tantos veranos de fútbol, este cronista volvía impregnado de noches azules, temperaturas que acarician, perfumes del gran Parque donde está el enclave del estadio. Admira Mendoza por su pulseada con la naturaleza, derrotando los granizos de piedra grande con avioncitos que salen a pelear por abajo de las tormentas, eliminando la mosca del Mediterráneo, cazándola con botellones para convertirlas en estériles e inocuas.

Esta vez de Mendoza todos han retornado con Messi como palabra que habita todos los diálogos del aeropuerto, de la filas de atrás y de adelante en el avión, del micro hasta la terminal, para rematarla con la pregunta del taxista que sustituye el habitual «buenos días» por un «qué me dice de Messi».
Siempre es injusto el héroe individual en los juegos colectivos. A este periodista, devoto de Diego, no le gustó nunca aquel título de la película del ’86, Héroes, porque le hacía una zancadilla al reconocimiento a los otros jugadores. Hay un momento del partido en el que cada uno hace algo que, de no haber sucedido, torcía la historia.
Pero es difícil no tentarse con la individualidad. Hay más gloria en el hombre solo que en el colectivo. No es una mesa de póker con un solo ganador y sin embargo, los diegos y los messis se quedan con todas las fichas. Sin las alabanzas supremas al ídolo, todo es más opaco. Por eso, los pases de Di María en los dos primeros goles no han tenido un gran reconocimiento. Y mucho menos el pistoneo incesante de Gago y de Mascherano. Para no mencionar a los zagueros que, por jugar fenómeno, han sido olvidados. Lo bueno y lo promisorio para la Selección Argentina del viernes ha sido que hay un equipo que toma formas como una pintura que hasta hace un rato no sabíamos qué era y de pronto, con unas pocas pinceladas, deja en claro la intención del artista. Messi es aun más que lo que se viera en Mendoza. Pero el gran asunto para que se gane el mundial, y en los cines se vea Héroes II, es la base que está apareciendo. Nótese lo poco que le cabecean a Federico, Garay y Romero. Lo bien que sale la pelota del fondo. La autoridad de los volantes centrales. El zigzagueo espontáneo y útil de Di María. Las certezas que ofrecen Kun y el Pipa para liquidar rivales.
Pero la seducción de Lionel puede más que todo. El descontrol final de los celestes fue definitivo para que en la evaluación, Messi se coma su parte y la de los otros, aun si está claro que no es un angurriento de gloria. Está feliz así, como uno más, aun si algo le dice que es distinto a todos. Parece vivir diciéndole al duende adulador: «salí de acá», y lo espanta como si alejara una mosca.
Sin embargo, no puede con la gente y los periodistas. Unanimemente, de lo único que hablaron fue del desempeño de Lionel. Que todo el país pudiese verlo y que, gracias a una decisión, por fin, plausible de la AFA, afianzando el sentido incluyente de este tiempo, Mendoza haya sido la sede, dieron a la fiesta un valor suplementario y, como hacía tiempo no sucedía, la gente tiene ganas de ver al equipo ya mismo en acción. El romance está en marcha. La Selección y su gente van bien.
Víctor Hugo