Boca sabe que es el equipo del campeonato y siempre sale a demostrarlo

A los 3 minutos, el Xeneize había marcado una diferencia tal en el juego que resultó lógico que se pusiera en ventaja. Luego siguió con esa superioridad y arrolló a Banfield. El camino hacia el título parece despejado. La semana que viene enfrenta a un casi descendido Crucero, mientras que el Ciclón y Central se eliminarán entre sí de la lucha.

A Boca le dijeron tantas veces que tenía un partido muy difícil que salió a jugarlo con extrema severidad. Tanto es así que a los 3 minutos y medio había hecho la diferencia y ya era justo porque la vivacidad de la jugada que terminó de concretar el lateral Gino Peruzzi, con un gran remate para convertir el gol, llegando con una inusitada precisión y potencia al área chica rival, era la consecuencia de una actitud evidentemente premeditada.

Digan lo que digan, pensó Boca en su fuero íntimo, somos nosotros el equipo del campeonato. Así que allá vamos.
Y sí, así fueron con una precisión y profundidad que Banfield se sintió como un boxeador que sale a chocar guantes en el saludo y lo reciben con una piña en la mandíbula. Rápidamente, el partido se hizo a pedir de Boca, y Banfield habría de jugar todo el primer tiempo apichonado, con una timidez impropia de lo que venía haciendo hasta llegar a La Bombonera, que le generó un prestigio merecido, que no se vio en absoluto en el partido de ayer.

Un gol a los tres minutos, determina al equipo que lo convierte a ser más ambicioso todavía, y eso sucedería por un rato durante el encuentro. Pero de a poco, Boca se tiró a una situación más cómoda, de contraataque, sintiéndose dueño de todo, pero con una ventaja que por lo exigua no daba garantías. En ese aire en el que se respiraba la primavera, las voces del equipo pergeñado por el Vasco Arruabarrena y los hinchas xeneizes se quedaron con muchos pasajes en silencio. No se sabe aún si es una nueva conformación de la hinchada, en lo social, o si el equipo ofrecía tales certezas que no había necesidad de traspirar en la tribuna.

Apareció la gente con el ritual de los dos brazos arriba, meciéndose en las tribunas felices, cuando Jonathan Calleri convirtió con una media vuelta en un corner, el segundo gol.

Y el estallido de felicidad lo provocaría el propio Carlitos Tevez cuando entró por el medio para tocar y anotar su quinto gol en el torneo.

Banfield era la nada misma. Sorprendió a su gente que lo veía por el Fútbol para Todos, seguramente, ese equipo sin alma, sin juego, absorbido por esa Bombonera excitada por la demostración de su equipo.

LA GRAN DIFERENCIA. El empate de San Lorenzo ante Tigre del sabado al anochecer empezó a tener entonces, casi 24 horas después, el real y definitivo sabor de derrota, y significaba una amargura mayor cuando se pensaba que hasta cinco minutos antes del final con Tigre, el Ciclón estaba jugando bien y ganaba por un gol.
Pero la realidad muestra que Boca tiene ahora la enorme ventaja de un partido ganado de antemano ante Crucero del Norte, mientras San Lorenzo y Central juegan entre sí en un choque que dejará a uno de los dos, o a ambos, casi afuera del círculo dorado de los que sueñan campeonatos.

Con el Apache Tevez en ese nivel, Boca tiene un plus muy evidente, pero además hay altos rendimientos del recuperado Cata Díaz, de Fernando Tobio que se afirma, de los inspirados orientales Nicolás Lodeiro y Rodrigo Bentancur que generan buen fútbol en toda pelota que juegan. La gente se fue con algo nuevo de su estadio. Una evidente tranquilidad, eso que pocas veces el fútbol sugiere. No su fanatismo, sino su entendimiento del fútbol le hace pensar que desde este domingo Boca desfila en un torneo que jugó con un favoritismo que supo sostener con un juego de buena propuesta, que le permitió ser, hasta cuando perdió con San Lorenzo, más que sus rivales.