River salvó el invicto contra el mejor Vélez del último tiempo

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River salvó el invicto, pero perdió dos puntos al cabo de un partido que fue lo que se esperaba: un partido grande, importante, entre uno que anda muy bien y otro que no viene en un buen momento, pero que tiene mucha camiseta y mucho espíritu de clásico. En los últimos años, Vélez se acostumbró a ser tan grande como los cinco históricos equipos más grandes del fútbol argentino. Y, contra River, jugó con una convicción propia de los grandes equipos de su historia, con esa personalidad. Ese ímpetu de Vélez sorprendió a River, por lo que salieron 45 minutos iniciales en los que el local hizo mejor las cosas. Hacia el minuto 17, una pelota jugada muy bien por el Turquito Asad (que debe haber dejado muy contento al viejo y querido Turco), le llegó a Pérez Acuña, que tiró un centro de una precisión inhabitual para estos tiempos; en el área apareció Caraglio con un salto magistral, que parecía decir ‘sáquenme la foto que todavía estoy acá arriba’, y con una magnífica definición de cabeza le dio una justa ventaja a su equipo.
Porque River no sostenía la pelota como lo hace habitualmente. Hasta el Muñeco Gallardo lucía sorprendido por el rendimiento de su equipo que, sin llegar a ser un fracaso, estaba lejos de lo que suele mostrar. Teo estaba en una noche muy pobre y Sánchez, que sería la gran figura de la noche, todavía no tenía una buena nota. Sin embargo, hacia el final de ese primer tiempo, con un empuje importante de Sánchez y de Guido Rodríguez, River tuvo algunos minutos de presencia cerca del área rival y encontró  el empate con un buen remate de Mercado, en una jugada sin contexto.
En los primeros minutos del complemento, River lució bastante parecido al equipo  que es habitualmente y pareció que el partido se inclinaba para el lado de los Millonarios, aún con algunas actuaciones pobres como las de Teo y Rojas, que no podía gravitar. Pero Sánchez jugo otra vez un partido inmenso en todos los sectores del campo, justificando plenamente la convocatoria del Maestro Tabárez: con distribución, presencia, quite, el oriental le fue dando al equipo de Gallardo la fisonomía que todos esperaban. Pero ese rendimiento se fue cayendo y Vélez, sin volver nunca al de los primeros 30 minutos en los que se puso en ventaja, fue emparejando y hacia los últimos instantes tuvo alguna ocasión para ganarlo.
En definitiva se dio un espectáculo no tan estético de acuerdo a lo esperado, pero sí dinámico y con mucha concentración. Vélez jugó su mejor partido de los últimos tiempos y equilibró a un River que no alcanzó a ser el de a otras jornadas. Pocas veces se da un resultado tan justo respecto de los méritos de cada equipo. Ahora, River siente en la nuca el aliento de Lanús, un perseguidor implacable y obstinado. Y también sueña Racing, en un campeonato que sin duda alguna es de lo mejor de los últimos años y que tiene en River a un gran protagonista y que reencontró en Vélez al equipo que supo deslumbrar en la última década del fútbol argentino.