River se «florea», pero con buen fútbol

River festejó la primavera con los hinchas tirándole flores desde las tribunas. La actuación del equipo Millonario terminó siendo impactante. Jugó bien de principio a fin. Cuando tuvo problemas, cuando el partido estuvo 2-1 y parecía que Independiente podía lograr el empate –más allá de que River seguía jugando bien– apareció lo que este periodista estima como un error del árbitro, no cobrando un tiro libre para Independiente que derivó en una extraña jugada, en la que Tula se la pasó muy corta al arquero para que Teófilo la robara, anotara el tercer gol y de esta manera se liquidara el partido.

Fue un excelente espectáculo en el que el derrotado no le dio vuelta la cara, al que no fue ajeno el juego de Independiente. Entre ambos conformaron uno de los partidos más lucidos de los últimos años. De principio a fin, hubo una respuesta permanente de los dos equipos, a los estímulos ofensivos de los que ambos se jactan. Se buscaron insistentemente, con ventaja siempre para River, a favor del gran momento que atraviesa el equipo de Gallardo y de la superioridad que River consigue establecer porque además de su espíritu ofensivo, lo que ha conseguido el Millonario es un gran juego para recuperar la pelota; una presión sostenida y una eficacia que se vio desde el primer instante del partido y que fue el motivo que generó la presencia numerosísima de jugadores de River en campo de Independiente cuando apenas iban tres minutos de iniciado el match. Ahí, Pisculichi, cuando todo el mundo esperaba el centro, con un remate cruzado, claramente tiró al arco, la puso en el segundo palo y, favorecido por el pique de la pelota en una cancha que River había regado antes, le permitió al local tener lo que uno equipo necesita cuando hay tanta expectativa en torno a él: la tranquilidad de ponerse en ventaja.

La gente de River no paró de entregarle, en el comienzo de la primavera, todo tipo de elogios a su equipo, manifestados en saltos constantes y en cantos que no tuvieron interrupción prácticamente en toda la noche.

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El primer tiempo transcurrió como la mejor parte del cotejo; con River siendo siempre un poco más; con River notablemente capacitado para robar la pelota, pero también con River capaz de generar situaciones una tras otra, de amenaza para el arco rival. De esta manera, se llegó a un córner que despejó la defensa dejándola en la puerta del área, donde Rojas colocó uno de los tiros más impactantes de los últimos partidos, para ponerla en el ángulo, donde –como dice el poeta Carlitos Ferreira– “los arqueros no llegan”. Ese golazo de Rojas pareció que terminaba el partido. Pero en el segundo tiempo, la gente de Almirón siguió jugando buen fútbol y tratando de llegar, aún en inferioridad de capacidad técnica, al arco rival. Pero River generó seis aproximaciones de gol en apenas nueve minutos, que se sumaron a los intentos de Independiente y el partido adquirió un vuelo sencillamente espectacular. Para un relator, como el que esto escribe, un partido con este desarrollo es una invitación a una gran noche, a un gran disfrute profesional. En eso, consistió lo que se vio en el estadio Monumental. Después del 3-1 ya detallado, por la sucesión de errores del árbitro y de Tula, llegó un tramo en el cual la síntesis era que Independiente no se resignaba, pero River seguía buscando como si el partido estuviese empatado. De ahí, vino la diferencia del cuarto gol: un gran pase de Tomás Martínez, que celebró el día del estudiante como si hubiese aprendido las lecciones del viejo maestro Alonso; la pelota impecable llegó a Mora, que hizo un pique notable para ganar la posición y cuando vio de reojo a Diego Rodríguez, de zurda colocó la pelota por alto para que entrara cayendo sobre el caño izquierdo.

La gente de River no paró de entregarle, en el comienzo de la primavera, todo tipo de elogios a su equipo, manifestados en saltos constantes y en cantos que no tuvieron interrupción prácticamente en toda la noche. Independiente se ofreció a sí mismo una actuación que quizás resulte difícil de explicar: ¿Cómo decir que jugó bien un equipo que perdió 4-1? Pero la realidad es que Independiente tampoco defraudó.

Y juntos protagonizaron este clásico añejo, renovado como por impulso de la primavera, que todo lo trae de nuevo, trae también la esperanza de buen fútbol en Argentina.